Capitulo 21

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Ella se paralizó al escuchar cómo aquellas palabras habían brotado de los labios de él. Y frunció el ceño, aun con Christian encima de sí.

Te amo.

¿En serio lo había dicho o ella se lo había imaginado debido al calor del momento? Mierda, ¿se estaba volviendo loca?

Y en dado caso de que lo hubiese dicho; ¿sería cierto? ¿Realmente la quería? ¿Realmente la... amaba?

Amar es una palabra muy fuerte. No se puede decir a la ligera. ¿Y si él se estaba burlando de ella? Esa era una posibilidad. De repente la sorpresa inicial desapareció, dejando a su paso furia y dolor. Se sentía furiosa porque él era capaz de mentirle así y herida pues él solo se estaba burlando de ella.

Christian se retiró de ella, acostándose a su lado, con una sonrisa en sus labios, acariciándole la mejilla.

– ¿Qué te pasa? –Preguntó al ver su expresión. Anastasia se volteó a mirarlo a los ojos después de cubrirse con una de las sábanas.

– ¿Qué fue lo que dijiste? –Preguntó, mientras apretaba los labios.

– ¿Que qué te pasa?

–No, eso no. Dijiste algo antes.

– ¿Qué?

Christian, dijiste... Dijiste que me amabas. –Oh, era eso. Sí. No pudo seguir negándolo por un solo momento más. La quería.

–Es cierto. –Contestó con total calma.

– ¿Qué? –Preguntó de nuevo, incorporándose en la cama.

Podré haber dicho miles de mentiras en mi vida, Anastasia, pero jamás he mentido con eso.

–Seguro le has dicho eso mismo a todas las mujeres con las que te acuestas. –Le dijo, colocándose de pie aún envuelta por la sábana.

No, desde siempre les aclaré que no podría enamorarme de ellas, nunca les dije que las quería. A ti te lo digo porque lo siento. –Susurró, sentándose en la cama, sonriéndole tímidamente. –Ninguna otra mujer ha provocado lo que tú provocas en mí.

–No. No te creo.

Pues esa es la verdad, Anastasia. Me enamoré de ti sin darme cuenta.

–No. –Susurró ella, con los ojos llorosos. Mierda, ¿por qué se burlaba así de ella?– ¡No puedes enamorarte de mí! –Le gritó, mirándolo desde el otro lado de la habitación.

– ¿Por qué no?

Porque yo no soy el tipo de mujer perteneciente a tu clase social.

–Y por eso me enamoré de ti. Eres diferente.

–Ser diferente no es bueno.

–En ti, sí.

– ¿Te enamoraste de mí, eh? –Preguntó con cinismo, cruzándose de brazos. – ¿Y cuándo te diste cuenta de este enamoramiento?

–Creí que te había pasado algo en el derrumbe y me di cuenta de que si te perdía, si no volvía a verte, una parte de mi corazón moriría.

–Ya. –Contestó sin mirarlo a los ojos. ¿Sería aquello cierto? ¿Christian Grey? ¿El que no se enamoraba de nadie, enamorado de ella? –Christian, si esto es una broma, es de muy mal gusto.

No es una broma, te amo. No te estoy diciendo con esto que estaremos juntos para siempre, ni te estoy proponiendo matrimonio, ni jurando amor eterno, ni prometiendo una familia, solo me gustaría intentar algo contigo, Anastasia. Me gustaría intentar que esto funcionase y si funciona, podré prometerte todo aquello. –Le dijo, colocándose de pie también, yendo hacia ella y plantándole un beso en la mejilla.

Las Heridas Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora