Capitulo 35

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Llegaron al estacionamiento del edificio en donde vivía Anastasia, ella se quiso poner de pie por sí sola pero Christian terminó cargándola. Anastasia le sonrió, pasándole los brazos por el cuello. Juntos subieron hasta su apartamento, él tocó el timbre e inmediatamente la puerta se abrió, dejando ver a Kate. Sus profundos ojos cafés reflejaban preocupación.

¡Bendito sea Dios que estás bien, Anastasia! –Exclamó al verla. –Temí que Christian fuera a buscarte demasiado tarde.

–Eso no pasó. –Declaró él, entrando con ella en brazos, pasando por el pasillo, entrando a su habitación, hasta dejarla con la mayor delicadeza posible en su cama.

Gracias. –Susurró ella. Él se recostó a su lado, pero no sin antes quitarse los zapatos y el saco, se desabotonó un poco la camisa para después recogerse los puños, colocándoselos a la altura de los codos, al estar al lado de Anastasia le plantó un beso en la frente para después abrazarla, ella colocó su cabeza en el pecho de él, también abrazándolo y disfrutando del momento que suponía estar en sus brazos. Dios santo, podría morir allí felizmente. Kate había ido tras ellos, pero al verlos así, decidió irse del apartamento, sabía que Anastasia necesitaría mucho valor para poder confesarle todo a Christian, y que para eso, tendría que estar a solas con él.

Christian colocó su cabeza sobre la de Anastasia, el perfume de su champú impregnó sus sentidos, él se tomó su tiempo para deleitarse con su olor, al igual que Anastasia, se deleitó lentamente con el olor del pecho de Christian. Olía maravilloso, olía a él.

Creo que merezco una explicación. –Comenzó a susurrar, todavía abrazándola.

Te la daré. –Contestó. –Te la daré ahora. Tú después decidirás qué hacer y cómo reaccionar ante aquella explicación.

–De acuerdo. –Susurró él, sobándole distraídamente la espalda.

–Pero, primero necesito que me digas qué es lo que sabes.

– ¿Por qué no mejor me cuentas todo?

–De acuerdo. –Contestó ella. Aquello iba a ser lo más difícil. ¿Tenía que decírselo en realidad?

Te escucharé sin interrumpir. –Susurró, mientras le plantaba un beso en el cabello.

Bien. Como ya debes saber, te mentí, te dije que mis padres estaban muertos, pero no era así. Bueno, en cierta forma. Papá está vivo, mamá murió hace dieciséis años...

– ¿Murió? ¿Por qué te cuesta decirme la verdad? –Se aseguró de decírselo sin reproche en su voz.

Porque la verdad duele. –Tomó una bocanada de aire. – Mamá fue asesinada. –Susurró. –Papá la asesinó. Ella le pidió el divorcio, papá no aceptó y mamá quería escapar pero... –Christian la abrazó más fuerte a medida que seguía hablando, era como si quisiese demostrarle que estaba allí, apoyándola. –Tenía diez años, era navidad y yo pedí mis regalos, pero papá se enfureció diciendo que yo era solo una carga más, que debería dejar de pedir tantas cosas ridículas e intentó golpearme, pero mamá se opuso, metiéndose entre nosotros. La que recibió los golpes fue ella, pero después de eso, mamá quería que nos fuésemos de la casa. Unos días después lo intentamos, pero cuando estábamos a punto de irnos, recordé que había dejado a mi peluche. De tonta le pedí que fuese a buscarlo y ella así lo hizo pero... se encontró a Raymond, él se dio cuenta de lo que planeábamos y terminó tirándola por las escaleras.

–No tienes por qué contar todo con tanto detalle. –Le susurró Christian, tratando de que no siguiese recordando. + –Fue mi culpa. Si no hubiese andado de estúpida pidiendo mi maldito peluche, mamá estaría viva.

Las Heridas Del PasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora