Capitulo 23

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Se colocó de pie, mientras se colocaba su pantalón, no iba a quedarse con esas dudas. Llegó a la cocina y encontró a Anastasia preparando su café, ella se giró al verlo entrar por la puerta, mostrándole una de sus deslumbrantes sonrisas.

–Pensé que ibas a quedarte en la cama, vida.

– ¿Esto qué es? –Preguntó mientras alzaba el famoso collar y veía cómo Anastasia se tensaba.

– ¿De dónde lo sacaste?

–Estaba en el suelo.

–Oh. –Se giró, dándole la espalda a Christian.

– ¿Y bien?

– ¿Y bien qué? –Lo miró de reojo.

– ¿Qué es? ¿Tu inicial y la de quién más?

¿Y ahora? ¿Qué podría inventar?

–Es... El collar que me regaló mi primer amor. –Seguía dándole la espalda a Christian. No podía decirle la verdad sobre ese collar, simplemente no podía.

– ¿Tu primer amor? ¿Cómo se llamaba?

–Rodrigo.

– ¿Por qué lo conservas?

–No lo sé.

Bótalo.

–No. –Se giró repentinamente, alarmada. No quería botar ese collar, claro que no. Era el único recuerdo que tenía de la época más hermosa y preciada de su vida.

– ¿Por qué no?

–Significa mucho para mí.

– ¿Sigues enamorada de él?

– ¿Qué? ¡No! ¿Cómo crees?

– ¿Entonces por qué no te deshaces de ese collar?

–Él murió hace mucho, fue un amor así de niños, tipo adolescente. Y simplemente ese collar me encanta, fue el primer regalo que él me dio, jamás podría deshacerme de eso, espero no te moleste.

–No. –Contestó cortantemente.

Bien, porque te repito; no planeo deshacerme de eso

–Bien, no hay problema.

–Christian, no creas que...–Le entregó el café. –...que lo guardo por molestarte o algo así. Simplemente es un regalo que quiero conservar. + –De acuerdo. –Contestó él.

–No te molestes, por favor.

–Está bien.

El silencio invadió la cocina, Christian daba silenciosos sorbos a su café, mientras Anastasia preparaba su chocolate en silencio. El teléfono de ella sonó, le pidió a Christian que contestase, lo cual él hizo.

– ¿Bueno?

– ¿Christian?

– ¿Jose?

– ¿Me equivoqué de número?

–No, ¿para qué llamabas a Anastasia? –Preguntó, con una ceja enarcada, tomando otro sorbo de su café.

Es que... –Jose se oía incómodo. –Le quería avisar que... –Se aclaró la garganta. –Kate, no va a ir a dormir a su apartamento.

Las Heridas Del PasadoWhere stories live. Discover now