Capítulo:24

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Gracias por los comentarios.

Pov. Bella.

Carlisle, estaba furioso.

- ¿ Tan mala es?- pregunté con un hilo de voz.

- La peor- declaró y negó con la cabeza -. No voy a lastimar a Anthony, sólo me lo llevaré para que ella no ponga en peligro su seguridad. Yo tengo lo necesario para defenderme, pero Edward, le tiene pavor a la violencia. No sé como aguantó en el ejército , lo juro- murmuró para si.

¿Edward en el ejército?

Mi Edward.

¡Oh mierda!

- De seguro, lo utilizó como mecanismo de defensa...- seguía cavilando en voz alta.

- ¿ Por qué Edward, estuvo en el ejército?- pregunté y él me miró y negó.

- Eso te lo dirá él- sonrió y me recordó a Edward.

Me crispó su respuesta.

-El problema es que tu hijo no confía en mi y tampoco quiere a nuestro bebé. Me molesta su forma de tratarme. Me tiene en tan baja categoría... Ya no se si pueda más Carlisle. Me he puesto de alfombra y me ha pisoteado. No voy a perderme a mi misma por un hombre y menos si ese hombre, no confía en mi- escuché unos aplausos y me giré para ver a Edward, con una mirada furiosa.

- Eso era lo que me faltaba, que le pongas querellas mías a mi padre- se recostó en la pared.

- Edward, no digas más- pidió su papá y eso me terminó de cabrear.

- No, Carlisle. - me acerqué a él y puse los brazos en jarras-. Dilo-lo reté y levanté mi barbilla.

- Ya sabes lo que pienso- mis ojos se anegaron de lágrimas por la frustración-. Y no llores- ordenó.

Ignoré sus palabras.

- Amor, dime que pasó. Confía en mi por favor- traté de tomar sus manos, pero él se alejó-. Déjame comprender y poder ayudarte. Es mi deber como esposa tratar de ayudarte- su mirada se endureció

-¿Hasta ahora te acuerdas de tus obligaciones como esposa? Si de verdad te importara, no te hubieras ido ese día, si de verdad cumplieras con tu deber de esposa, no me hubieras dejado. Si de verdad, cumplieras con tu maldito deber de esposa, yo sería lo primero en tu vida- odiaba sentirme tan indefensa.

- Edward, por favor...- rogué. No me sentía muy bien.

-Basta, Edward- ordenó Carlisle.

-. ¡No!- Empezó a acorralarme y yo retrocedí, no me sentía nada bien-. ¿Qué rayos quieres? ¿Que te cuente lo que me pasó? ¿Para qué? ¿Para vender la noticia? No... verdad que mi mujer ahora tiene mucho dinero.- no conocía a este Edward - Ya sé, quieres seguir burlándote de mi con las putas a las que llamas "amigas" Pero no te voy a decir nada. Y tampoco...- veía todo borroso y mi cabeza dolía demasiado.

Ya no quería escucharlo. Estaba siendo demasiado cruel.

Ya no quería verlo más.

- Vamos, Isabella- me tomó del brazo Carlisle.

- Perfecto, piensa lo que quieras de mi. Ahora quizás me odies más, pero ya no quiero verte más- su semblante decayó-. Quiero el divorcio ahora y si tengo que verte, lo haré en los juzgados. Si quieres ver a nuestro hijo, le avisas a Mary, la secretaria de mi madre. Te enviaré las ecografías por correo. Pero de ti ya no quiero saber- sus ojos estaban como platos.

Me quité los anillos del dedo y tomé su mano para dejárselos.

- Bella, espera...- me afianzó la mano, pero me solté.

En eso mi teléfono me indicó que tenía una llamada entrante.

Mi madre.

-Ya estoy en camino- dijo cuando contesté y sollocé sin poder evitarlo-. No llores, llego en tres minutos.

- Vale mamá- colgué.

Caminé para salir del despacho y Edward, me tomó por el brazo.

- No te vas a ir- me abrazó y por más que trataba, no podía soltarme.

- ¿ Qué más quieres Edward? - Carlisle, nos separó-. Ve con tu madre Isabella- asentí y con una sola mirada, me marché.

-¡Bella!- escuchaba los gritos de Edward, cada vez más lejanos.

Caminé por el túnel y sentí que todo se me venía encima. La angustia se apoderó de mi cuerpo. Sentía que las paredes se acercaban y que no tenía más espacio. Mi respiración, era errática.

Tenía miedo. Corrí hasta la puerta, pero no podía abrirla. El maldito botón no servía. Me pegué a la pared y me deslicé hasta el suelo. Me aferré a mis piernas y empecé a mecerme.

En eso la oscuridad se apoderó de mi y no supe más.

*****Horas después...

Me desperté y estaba en mi habitación, en casa de mis padres.

- Mi princesa- gimió mi padre y me abrazó. Había estado llorando.

- ¿ Qué me pasó? - mi garganta estaba seca. Mi madre, entendiendo, me pasó un vaso con agua. Lo bebí poco a poco.

-Tuviste un cuadro de ansiedad terrible por la claustrofobia y se te subió la presión. El doctor dice que te relajes y no te estreses. Si sigues así, puedes sufrir de preclamcia. El doctor también pidió que guardes reposo por lo menos una semana- asentí.

Ya no habría más estrés.

- Ya se terminó, mamá. Le pedí el divorcio.

- ¿ Quieres que te ayude? - asentí como niña chiquita-. Perfecto. Hablaré con Ben, él se encargará y en dos días ya tendrás la demanda de divorcio- asentí.

- Gracias, papá- negó con la cabeza y me abrazó. Me aferré a él y derramé una que otra lágrima.

- Estoy aquí para ti, Campanita- sonreí y cuando se alejó besó mi frente.

- Te amo, cielo- dijo mamá y asentí.

-Yo a ti- me abrazó.

Ambos salieron de la habitación y me recosté.

Con la mirada perdida, lloré al recordar sus palabras.

No sé como ni cuando, pero al abrir los ojos más tarde, me encontré sobre un pecho muy conocido y con un aroma delicioso.

Edward.

-Lo siento... perdóname.

Gracias por leerme

Serie Inocente # 0: Obsesionado con tu InocenciaWhere stories live. Discover now