Capítulo: 58

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Desperté al sentir un gran revuelo a mi alrededor. Alguien sacudía mi hombro con la intención de despertarme

Habían disparos, gritos y llantos.

Llantos.

Me puse despavilé de inmediato y vi que a mi lado estaba vacío.

Carlisle era quien me llamaba. Se veía preocupado. Estresado.

De un momento para otro, ya no habían llantos, no habían disparos, no había nada. Intenté ponerme de pie para ir a ver a mis hijos, pero sus palabras me detuvieron.

—Se llevó a Ian - no escuché sus explicaciones cuando intentó decirme lo que había pasado. Lo ignoré. Yo tenía que ver con mis propios ojos que mi hijo estaba en brazos de su padre, como cada madrugada, escuchando su nana.

NO

Esto no podía ser cierto. Él debía estar confundido.

Ignoré sus llamados y corrí hasta la habitación de mis hijos. Cuando llegué y no vi a mi bebé en su cuna, perdí la razón. Sólo estaba Amy siendo consolada por Leah.

¡No!

No, no, no.

—¡Maldita Victoria!- grité furiosa y Amy soltó a llorar. Miré a todos lados y busqué a Edward con la mirada—¿Dónde está Edward? - pregunté mirando a todos.

Fue entonces cuando Carlisle palideció. No, no, no.

No.

—¡Edward! - gritó mi suegro saliendo de la habitación. Me acerqué para ver que mi hija estuviera bien y al verme, ella arrugó su frente e hizo un puchero. La tomé en brazos y la cargué. Se aferró a mí con sus bracitos y me tragué mis sollozos tratando de calmarla.

No podía perder el control, no podía.

Salí de la habitación con ella aún en brazos cuando no pude dejarla en los de Leah. Amy no quería soltarme.

Llegué a la sala y me encontré con un Anthony herido, mientras Esme lo curaba. Cuando me vio, negó con la cabeza. La culpa brillando en sus ojos.

Parecía desolado.

—Lo siento... lo intenté, pero no pude evitar que se lo llevaran. Me dispararon - vi la herida en su hombro y me acerqué a él.

—Te creo... - sostuve su mano cuando me la tendió y él me miró desolado—. Papá fue por él por más que le dije que no lo hiciera. Que se esperara para planear algo, pero dijo que tú no ibas a perdonarle que algo le pasara al bebé - negué con la cabeza. Había sido un estúpido.

Pero sé que lo que lo movió no fui yo, fue su preocupación por su hijo, el amor que le tenía a Ian.

Yo había visto la entrega con la que lo cuidaba de madrugada cuando sólo estaban ellos dos.

Massimo entró a la estancia con una gran pistola. Su ropa estaba sucia de sangre.

—¡Voy a matar a esa perra! - gritó y nos asustó a todos.

Serie Inocente # 0: Obsesionado con tu InocenciaWhere stories live. Discover now