Capítulo 39

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Pov. Bella.

Una rabia inmensa me sobrecogió. Ahora ya sabía quién era esa maldita puta. Odiaba a esa mujer con todas mis fuerzas. Algo me decía que me reuniría con ella muy pronto y necesitaba estar en condiciones. Bajé la mirada a mi vientre y supe que quizás no fuera tan pronto. De seguro, esa mujer estaba planeando algo y lo que sucedió ayer, no era más que una advertencia.

Entonces descubrí cual era el problema. El problema es que Edward le temía.

Si mi marido le demostrara que ya no le tenía miedo, quizás ella perdiera algo de compostura. Tenía que hacer algo y pronto.

― ¡Mamá, vamos! - llamó Anthony. Estaba feliz. Me sentía en familia, pero una nube llamada "Charlie Swan" opacó mi felicidad. Si tan solo comprendiera un poco...

Suspiré.

Tomé la tableta y caminé con cuidado hasta la barbacoa.

Mi estómago rugió pidiendo comida y yo fui por mi plato.

Me senté al lado de Edward, y él acaricio mi pierna, enviando oleadas de calor por todo mi cuerpo. Deseaba demasiado a mi marido.

Comí de todo lo que habían asado. También algo de pastel de chocolate.

―Bella... - giré la cabeza en dirección a Carl-. Tu madre dice que la llames en la noche- asentí.

―Está bien, gracias- apretó mi hombro y luego tomó mi plato con el trozo de pastel-. ¡Oye!- grité enfadada.

― ¡No me grites! No debes comer tanto chocolate. Cuando te de un caso de diabetes en pleno embarazo, no te quejes- se giró y se comió mi pastel. Bajé la mirada a mi panza y me arrellané en mi asiento. Odiaba cuando me negaban la comida.

―No te pongas así, Barrilito- me dijo Edward y besó mis labios. Lo fulminé con la mirada. Me había dicho que era tan gorda como un barril chiquito...

― ¿Barrilito?- pregunté indignada.

―Es de cariño, anda dime ¿Qué pasó?- preguntó acariciando mi cabello.

―Es que yo... detesto que me quite la comida. Siempre lo hace- me quejé. Carl era un tirano.

Siempre me había tratado con un cariño frio. Raro, pero era así... yo lo había aprendido a querer.

―Pero yo siempre te daré comida, Barrilito- cortó otro trozo de pastel y lo puso en su plato. Me dio su tenedor.

Pase por alto que me llamara de esa manera. Bueno... de una manera perversa me gustaba que me llamara de esa manera. Sabía que lo hacía de cariño.

**********Bella y Bestia*********

Eran las dos de la madrugada y Edward, tenía ganas de seguir jugando. Llevábamos haciendo el amor desde hace unas cuantas horas y al parecer este hombre no quería parar.

― ¡Edward!- grité cuando me penetró por enésima vez en esa noche. Lo besé y acaricié sus hombros. Estaba muy sensible a su toque. Lo abracé y cerré los ojos cuando lo sentí ir más adentro. Nunca creí que esto de hacer el amor fuera tan placentero. Pero lo más probable, es que me sintiera tan bien solo porque estaba con Edward.

Él siguió haciéndome el amor. Colmando mi cuerpo del más delicioso y ansiado placer.

En un intento por tener algo de control, lo hice girar y me coloqué sobre él. Lo miré a los ojos y pude ver que estaba enérgico, la lujuria en sus ojos me decía que aún no habíamos terminado.

―La ultima ¿sí? - pregunté cabalgándolo sin descanso. Estaba cansada. Mi marido, fresco como una lechuga.

Si seguíamos así, en unas horas no me podría ni levantar para ir a mi nuevo trabajo...

Serie Inocente # 0: Obsesionado con tu InocenciaWhere stories live. Discover now