El Sumiso ~ 4

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Narra Peter:

Salgo del trabajo muy puntual. Justo a la hora dicha. Me encuentro con Euge en la cafetería que está enfrente de la tienda de ropa en la que trabaja y juntos vamos a recoger a Rufina al jardín.

Mientras caminamos, nos contamos nuestro día de trabajo:

— Igual que siempre — dice Euge mientras camina de mi mano a la par que yo —, doblar camisetas, colgar cosas en perchas, peleas con algunas clientes por quejas de ropa cara, o por tallas, o porque tardan más de lo puntualizado en devolver la prenda de ropa que compraron. Ya sabes, lo se siempre Peter.

— A mí me fue bien — digo sonriendo. Bueno, bien. Euge se va a enojar cuando le cuente que mi jefa quiere que tengamos una cena con ella.

— ¿Es buena Mariana Espósito?

Asiento con la cabeza:

— Parece una chica muy seria al principio, pero en el fondo, es muy dulce. Siempre busca el bienestar de todos sus empleados — trago saliva, lo diré rápido —, quiere tener una cena con Rufina, vos y yo.

Eugenia se suelta de mi mano y me mira. Ups, creo que me ha entendido perfectamente y se ha enojado:

— ¿Por qué se quiere meter en nuestra vida íntima y personal esa mujer?

Niego con la cabeza:

— Eu, Mariana no quiere meterse en nuestra vida íntima y personal, solo que quiere conocerme un poco mejor.

— Creo que todo esto es demasiado precipitado. Se que debe tener un control extremo de todos sus empleados, pero es demasiado que conozca a toda la familia en una cena. Mi jefa nunca tuvo una cena con mi familia, es que no es algo normal — creo que Euge se está procurando demasiado por una pequeña tontería como es esto. Al principio yo también me asusté, pero Mariana Espósito va a darnos toda la plata posible por mi trabajo, y yo debo ser eficaz y buen trabajador.

— Euge, sabes que necesitamos la plata — la digo para que trate de entender.

— ¡NO! ¿Qué pasa? ¿Ella te va a decir que te tires por la ventana y vos lo vas a hacer?

Esta vez si me enojo con su respuesta. Ha sido demasiado:

— ¡JODER! ¡ES UNA PUTA CENA EUGENIA! ¡Una puta cena con mi jefa! ¿Tanto problema tenés? ¿Estás celosa porque mi jefa sea una mujer?

Ella frunce el ceño aún más:

— Buscate entonces la vida, tal vez esta noche te deje dormir en su casa, porque ya te digo yo que en la mía no vas a dormir.

¿CÓMO? ¿Me está echando de casa? Me está haciendo una escena de celos por una puta cena, no me lo puedo creer. Se ha enojado por una cosa absurda totalmente.

— Muy bien, pero antes voy a ir a esa casa que tan tuya es y voy a recoger mis cosas.

— Los últimos meses yo he pagado esa casa porque vos no tenías ni para comer, ¡así que mejor callate!

No me lo podía creer, así de sencillo. Estaba completamente loca... No había podido encontrar trabajo, lo había intentado, ¡PERO NO HABÍA PODIDO! Había hecho una carrera universitaria, tenía más cualificación que ella que no había estudiado porque se había quedado embarazada de Rufina cuando era muy jovencita.

— Estás enferma, siento decírtelo — digo bajando la cabeza. Después vuelvo a mirarla fijamente —, te dejo las llaves en el buzón de correos — saco las llaves del buzón y se las doy. Ella las agarra y me voy cabizbajo caminando a casa.

Apenas tengo dinero para un hotel. Apenas, como ella dijo, tengo dinero para comer. Mis padres viven lejos de acá, mi vieja está enferma de corazón y no quiero preocuparles por una tontería que ha ocurrido con mi novia. Hay cosas peores. Pero lo que hoy me ha hecho Eugenia... No voy a perdonarla en la vida. Me ha llamado mantenido, literalmente.

Recuerdo que Lali me dijo que la llamara por si teñía un problema. Pero, me da mucha vergüenza decirla que mi novia me ha echado de casa y no tengo lugar donde dormir esta noche. Es totalmente vergonzoso para mí... Aunque, sé de alguien que si que puede ayudarme. Mi gran amigo, Pablo Martínez. Así que le llamo por celular:

— ¡PITT!

—¡PABLITO! ¿Cómo estás?

— Bien, ¿vos?

— Maso, me peleé con Eugenia y me echó de casa.

— Vení a dormir acá, hay una cama de sobra y un sofá. ¿Qué tal en tu primer día de trabajo?

— Bien.

— ¿Tenés jefe o jefa?

— Jefa.

— Umm, una jefa. ¿Está buena?

— Ahora que acabo de discutir con Euge, te tengo que decir que está buenísima — sí, es la verdad. Es petisa pero re linda, y además, tiene buen cuerpo —, tiene una cola...

— Quiero conocerla.

— Bueno, mañana por la mañana vamos juntos al trabajo y así, tal vez puedas conocerla.

— Claro, te espero en casa — dice Pablo —. Voy pidiendo unas pizzas.

— Dale, gracias amigo.

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