El Sumiso ~ 32

1.8K 148 6
                                    

Narra Lali:

Suspiro hondo. Lo único que no quiero en ese momento es hablar con Peter. Ya tengo demasiados problemas, por mucho que, tras contarle a Santino todo lo que pasó con su papá, me haya quedado un poco más tranquila. Él no se lo ha tomado demasiado mal, pero parece que Peter, desde que lo conoce, es una pieza fundamental en su vida y no quiere dejarle ni un momento. Considero que para Santino puede ser una persona importante, pero mis impulsos son otros. Yo no siento por él una atracción sexual sencilla, sino otra cosa, completamente distinta.

— Mamá, por favor — Santino me mira, rogándome.

Trago saliva y saco del bolsillo mi celular. A mi hijo se le ilumina la cara y su boquita forma una sonrisa. Está feliz. Peter lo hace feliz, pero hay cosas contradictorias. Mi pequeño lo quiere como un padre, a mí en cambio me cuesta verlo como a un hombre completamente normal. Ojalá pudiera ser todo normal, pero no. No puedo.

Voy a la lista de contactos y busco su número. "Espero que atienda" es lo primero que se me viene a la cabeza. Tal vez está enojado conmigo por lo que pasó ayer con la cuerda. Pero solo Santino va a hablar con él. Mi hijo es chiquito y no tiene la culpa de nada, y eso debe comprenderlo.

— Hablás vos con él, ¿si enano?

Santino agarra mi celular:

— ¿Por qué vos no querés hablar con él?

Me encojo de hombros:

— No me apetece mucho. He tenido un día un poco duro y quiero descansar mi amor. Vos hablás con el tío y después subimos juntos a la cama para descansar, ¿de acuerdo?

— Bueno, mamá. Entonces le mando besos de tu parte.

"Mandale lo que quieras, Santi. Seguro que tiene que estar pensando cualquiera de mí".

— Mientras hablás con el tío voy a preparar algo para tomar en la cama, así mientras vemos una peli, ¿dale?

— ¡Sí! — exclama Santi emocionado. Veo entonces como pulsa el botón verde del celular. Está llamando a Peter.

-...-

Narra Peter:

— ¡¡¡Papi volviste!!! — grita Rufi cuando me ve entrar en la sala detrás de su mamá. Se levanta del piso y corre a abrazarme —: Te extrañé mucho. ¿Te perdonaste con mamá?

Eugenia me fulmina con la mirada. Regreso para hablar del tema de su adopción, no de nuestra vieja relación. Queremos ser amigos, pero es cierto que de lo demás no te olvidas tan fácilmente. Hemos vivido mucho, y no acordarse de absolutamente nada en tan poco tiempo es algo muy complicado. Hay que ir de a poco, volver a ser amigos, sin lastimarse. Y recordar lo que hemos pasado como pareja de forma linda, no como algo que por nada del mundo debamos recordar.

— Rufina, de momento Peter y yo vamos a ser buenos amigos, ¿de acuerdo?

Trago saliva, miro a Rufina y asiento con la cabeza:

— Buenos amigos enana. Pero vos no te preocupes, que voy a venir a verte todas las semanas.

— ¿Ya no se aman más?

— Rufina, ya hemos hablado del tema. Somos amigos, pero a Peter lo vas a seguir viendo por mucho que tan solo seamos amigos. Quedate jugando con el perro, ¿si? Tengo que hablar con el tío a solas.

La doy un beso a Rufi en la sien y sigo a Euge hasta la pequeña oficina. Deja que pase, después pasa ella y cierra la puerta.

— ¿La nena aún no sabe? — pregunto.

— Es mejor que vaya de a poco con este tema. No quiero que tenga un trauma porque su madre es una huérfana a la que dieron en adopción.

— Eugenia, tenés que dejar de pensar cualquier cosa. Pudo pasar algo bueno también... Que tus padres no pudieran cuidarte porque fueran demasiado jóvenes, por ejemplo.

— Tuve a Rufina joven y nunca la abandoné.

— Sí, lo sé. Pero cada persona es diferente.

— Solo pensar en que pudo tener un hermana. Igual hasta puedo tener más de una hermana, o puedo tener a mis padres vivos... ¡A mis padres biológicos, Peter! Por mucho que mi vieja me dijera que vengo de una familia con muchos problemas... Los quiero conocer, ¿entendés? Vos no tenés problema porque tenés una familia unida y feliz, pero yo no conozco a mi verdadera familia, no sé cuál es mi verdadera historia... Y eso me pone muy mal.

La agarro la mano a Euge y suspiro:

— Yo te entiendo perfectamente. Pero no te pongas mal, aún estamos a tiempo de solucionar las cosas. Y sabés que yo voy a ayudarte, te lo he dicho.

Ella esboza a una pequeña sonrisa y baja la cabeza:

— Gracias, después de todo lo que ha pasado entre nosotros... Sos tan bueno que al menos me seguís ayudando.

— Es que te quiero, hemos pasado por mucho y eso no se olvida, Eugenia.

— Lo sé, a mí, aunque sea de corazón más duro, tampoco se me ha olvidado. Te quiero mucho también. Quiero llamar al lugar de dónde me adoptaron, tal vez allí, no sé... Puedan decirme algo. Y también comentarme lo de mi hermanita internada en el hospital. Al menos podrían decirme quién es, y ella tal vez sepa más sobre nuestra familia.

— Puede ser Euge, pero hasta que no hablés con esa chica, no podemos tener nada por seguro.

Justo en ese momento, mi teléfono empieza a sonar. Eugenia me mira como diciendo: "No pasa nada, atendé la llamada". Trago saliva, agarro el celular y veo que es Lali la que me está llamando, Lali, la oscura Lali... Suspiro y atiendo la llamada:

— ¿Si?

— Tío...

Repito el suspiro, esta vez en versión aliviada:

— Santino, enano. ¿Cómo estás?

Eugenia me mira levantando una ceja:

— Es Santino — la digo tapando el auricular. Ella asiente con la cabeza.

— Estoy bien tío — me responde él cuando vuelvo a ponerme el auricular a la altura del oído —. ¿Cómo estás vos?

— Bien. Me alegro mucho de que estés bien chiquitito.

— Te iba a contar una cosa.

— Contame.

— Mami me ha dicho quién es papá. Es una persona que estaba en el zoo, hoy, cuando fui con la tía Cande y mami. Él me dejó con mami porque no me quería, quería irse con su otra hija que iba a nacer.

— ¿Su otra hija?

— Tengo tres hermanos.

Miro a Eugenia:

— Enano, quiero hablar con tu mamá un momento.

— Está muy cansada, no puede ponerse.

— Pero Santino, quiero hablar con mamá.

— Es que no puede...

— Puede entonces más tarde llamarme, de verdad, tengo que hablar con ella. Por favor.

— Bueno, yo le digo tío. Un beso.

— Un beso Santi, chau.

— Te quiero — me dice de manera tierna. Y entonces corta la llamada. 

EL SUMISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora