El Sumiso ~ 24

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Narra Lali:

Termino de cortar con mi mamá por teléfono, cuando la puerta empieza sonar alegremente.

— Pase — digo mientras doy un sorbo a mi café.

Es entonces Peter el que pasa con una gran sonrisa en la boca, al verme sonreír yo también le sonrío:

— ¡Lali!

— ¡Buen día Peter! ¿Cómo te va todo?

— Buenísimo. ¿Vos cómo estás?

— Bien, algo cansada. No dormido demasiado bien esta noche. ¿Está todo bien en la oficina, ha pasado algo? — pregunto algo preocupada, Aunque ya son habituales las visitas de Peter a mi despacho por las mañanas. Desde que trabaja acá, siempre viene a mi despacho a primera hora.

— No, está todo bien. Bueno, podría estar mejor, pero está bien — veo una mirada de decepción en sus ojos. Desgraciadamente he visto de esas miradas muchas veces y sé bien diferenciarlas.

— ¿Qué pasó? ¿Algo personal?

— Eugenia... Y estamos totalmente separados. Fui a recoger mis cosas esta mañana y encontré esto, está nueva — me tiende una bolsa que llevaba escondida atrás de su espalda, y yo me levanto para agarrarla —, me gustaría regalarle esto a Santi, sé que tendrá miles, mucho mejores que esta, pero bueno, es un detalle. Para que se acuerde de mí.

¿Se acuerde? ¿Se va a ir? ¿Se va a auto despedir? ¡¡¡No!!! ¡¡¡No, no y no!!! Eso nunca, en la vida voy a dejar que Peter se vaya de mi empresa, de mi lado. Le he tomado un gran cariño, quiero mi "especial algo más" con él. No podría soportar su pérdida, desde luego.

— Gracias, pero ¿te vas? — pregunto con un nudo en la garganta.

— Por supuesto que no — él sonríe de oreja a oreja —. Estoy feliz acá, ¿cómo iba a irme? Sería tarado si me fuera, La.

— Me alegro de que acá estés feliz.

Dios... Menos mal que no se va, me hubiera dado un infarto momentánea. Y sí, delante de él. Un ataque de los míos delante de él. Hubiera sido horrible.

— Por cierto, ¿sabes si al final vamos a ir a cenar esta noche? — sigue sonriendo, creo que está muy feliz —. Ayer me lo comentó Nico cuando estuvimos hablando de mi oficina, de salir a cenar, vos y yo, solos... Una noche.

Mierda... Nico no me había dicho nada, lo iba a matar. Así que Peter ya sabía lo de la cena, no me lo podía creer.

— Sí, después, cuando te vayas llamo a Nicolás en un momentito y se lo comento. Después te hago una llamada desde el despacho para contarte.

— Genial, seguro que conoces los mejores restaurantes de la ciudad — Suspira —. Cuando salíamos afuera con Euge, siempre íbamos a los mismos lugares: McDonalds, Burger King... Los lugares que le gustan a Rufi, y supongo que Santino también.

Sonreí:

— Le encantan, pero a mí no me gusta que coman ellos. Es comida que engorda demasiado, poco saludable para los niños. Me tomo muy en serio la dieta de Santino.

Y muy en serio, yo de pequeña padecí desnutrición... Y hasta que no me adoptaron, la seguí sufriendo. Me tuvieron que internar en el hospital a causa de una anemia, estaba terriblemente enferma, tan solo tenía cinco años y apenas llegaba los 15 kilos. Por no hablar de todas las heridas que tenía, por culpa del maltrato de mi padre... Mi infancia fue horrible por eso quería que la de Santino fuera increíblemente perfecta. Le protegía de todo lo malo, y confiaba y muy poca gente para que lo cuidara. Por eso, cuando Peter llegó, y Santino se aferró tan rápido a él, me inspiró una confianza tremenda.

— Lo sé, bueno, después hablamos.

— Sí, y muchas gracias por la pelota. Cuando le diga que se la regalaste vos, se va a poner re feliz.

— Me alegra. Gracias La, por todo.

Me dedica una última sonrisa y entonces sale de mi despacho.

-...-

Narra Peter:

Cuando estoy a punto de salir de la oficina, recibo un llamado al teléfono. Atiendo rápidamente:

— Peter, soy Lali. Tengo ya reservado el lugar de la cenar. Calle Túnez número 14, y no olvides que yo pago.

Sonrío. Era una mujer fantástica. Ordenada, seria, la mamá perfecta además:

— No te preocupes. Paga el hombre, es costumbre cuando dos, varón y mujer, van solos a cenar.

— ¿Eso no es machista?

— Es ser caballero, Lali.

— Bueno, pagamos a medias.

— No me parece mal.¿No vendrá Santu?

— No, está vez se queda descansando en casa, estará muerto de cansancio tras todo el día jugando en el jardín. Pero, si querés verlo, podés pasar a por mí y subís a casa, si te parece, claro.

— Me parece, ¿paso a buscarte a las 8?

— Sí, dale. A las 8 estaré lista entonces.

— Genial, ponete más linda de lo que sos.

— No digas eso, me hacés sentir superior, y no soy tan linda.

Bueno, es la más linda del mundo, hermosa, perfecta... Pero no lo acepta... ¡Es tan rara y misteriosa Lali!

— Bueno, chau fea.

— Chau hermoso — ríe.

Yo también río, y después corto. Bajo a la calle, ya terminando con mi jornada laboral, me meto en mi auto y arranco. Manejo toda la avenida hacia abajo, esperando llegar a mi casa, bueno, "mi casa", en verdad casa de Pablo.

Al cruzar la esquina, embocando ya la calle en la que vivo, me encuentro a una chico, joven pero algo más mayor que yo, de unos casi 40 años, delgado aunque fuerte, y alto, pero no más que yo. Intento ignorar la situación, pero entonces, el chico se acerca a mi auto, y me indica con el dedo que baje la ventanilla:

— Buenas tardes.

— Buenas tardes — responde él con la voz entrecortada.

— ¿Pasa algo?

Él me mira a los ojos fijamente. Los tiene de un color bonito y claro.

— Vengo a decirte que debés tener cuidado.

— ¿Cuidado con qué? — le pregunto a punto de volver a arrancar.

— Cuidado con Lali, es peligrosa. Solo te digo, tené cuidado — después, sin dejarme responder, se aleja corriendo por el callejón.

EL SUMISOWhere stories live. Discover now