El Sumiso - 6

2.9K 169 16
                                    

Narra Lali:

¿Por qué carajo me está llamando a estas horas? Su jornada se terminó hace ya un buen rato.

Santino me mira sorprendido mientras que agarra el tenedor con un trozo de pescado:

— ¿Quién es mami?

— Vos cená — digo tapando el micrófono —, Juan Pedro Lanzani, ¿necesita algo?

— Emm... No. No necesito nada — lo sé por su voz. Está nervioso.

Santino me mira jugueteando con el tenedor. Lo agarro y le meto el trozo de pescado en la boca, porque sino sé de antemano que va a seguir con ese juego. Por mucho que yo esté con el celular, estoy pendiente de él y de su alimentación.

— Ya sabe que si necesita algo puede llamarme. Pero yo ahora mismo estoy ocupada. Tengo vida propia señorito Lanzani.

— Sí, la llamé por equivocación, lo siento mucho — se disculpa.

— Mami, ya no más — Santino agarra el tenedor que tengo en la mano y lo deja en el plato. Yo niego y lo vuelvo a agarra pinchando otro trozo de pescado.

— Si me disculpa, señorito Lanzani, tengo que dejarle.

— Claro, perdón por las molestias — vuelve a disculparse y corta la llamada. Yo miro a Santi, es increíble la paciencia que puedo llegar a tener cuando come cosas que no le gustan.

— Mami, estoy lleno.

Niego con la cabeza y me pongo muy seria:

— Apenas te comiste la mitad Santino. El resto de las cosas las comés solo y te tengo que dar esto como si fueras un bebé todavía.

— No me gusta, ma, pero ya soy grande.

— Sé que sos grande. Pero es bueno comer de todo mi amor. ¿Si? Tenés que comer de todo, ¿de acuerdo? Cuatro trozos más, vas contando.

Le doy el tenedor y dejo que vaya comiendo él solo. Cuando ambos terminamos de cenar, me pregunta:

— ¿Quién te llamo antes?

— Uno de los nuevos empleados de la empresa.

— ¿Tu amigo?

Río. Un amigo... No puedo decir siquiera que es un amigo, apenas lo conozco.

— No es mi amigo, es un señor que trabaja para mami mi amor, ¿de acuerdo?

— ¿Tu mejor amigo es Nico?

Río:

— Claro, es mi mejor amigo el tío Nico.

— Me quiere mucho.

— Por supuesto que te quiere mi amor. Claro que te quiere, vos lo sabés bien chiquito. ¿Querés qué cuando acabes el postre le llamemos para darle las buenas noches?

Santino sonríe:

— ¡Sí mami!

— Bueno, ¿qué querés de postre? ¿Helado de frutilla o de chocolate con leche?

Santi se mete el dedo índice en la boca. Hace eso siempre que se para a pensar. Hasta que al final se lo saca para decir:

— De frutilla.

— Bueno, ahora lo preparo, ¿si? Dos bolas enormes de frutilla para los dos.

— ¿Podemos ver algo en la TV antes de ir a dormir mami?

Lo miro detenidamente. ¡Aww, está haciéndome puchero! Sé que si le digo que sí, no me voy a sentir como una buena madre, así que niego:

— Sí ves TV, luego mañana no vas a poder ni abrir los ojitos. Sabes que solo hay TV a la noche en las vacaciones, los viernes y los sábados.

— Pero vos muchos sábados no estás porque te vas a cenar con el tío Nico.

Los sábados suelo salir con mi sumiso a cenar a algún lugar. ¿No lo sabían? Sí, tengo un sumiso. Un sumiso es quién se somete y se deja dominar por la fuerza de las circunstancias o por otras personas aceptando, sin cuestionarlos, su autoridad y su voluntad. Esta persona firma un contrato conmigo, un tratado de confidencialidad para que no diga nada de lo que pasa entre nosotros, y después un contrato, con cláusulas, normas... Lo que es un contrato auténtico.

El último sumiso lo dejó hace una semana. Un empleado. Justo el puesto que se había quedado libre, y que actualmente Juan Pedro Lanzani está ocupando. Pasó el periodo de los tres meses y no quiso continuar con nuestra extraña relación. Tampoco quiso continuar en mi empresa y dimitió. De ahí, que contraté a Peter.

— Este sábado no va a ser así. Mami se va a quedar con vos y juntos vamos a ver una película, ¿dale?

—¿De verdad? — pregunta Santino sonriendo feliz.

— Claro que sí mi vida. ¿O mami te ha mentido alguna vez?

— Creo que nunca. 

Aww... Es tan tierno... Tiene una carita tan linda. Menos mal que no salió a su viejo, gracias a Dios, cuando lo veo, no pienso en todo lo que me hizo su papá...

-...-

Narra Peter:

— Menos mal que no se ha enojado — le digo a Pablo tirando el celular en el sillón.

— Además de estar re buena, es una buena persona. Tuviste suerte en eso.

— Bue, tampoco tanto... Vamos a cenar. Me muero de hambre. Y esta noche, no quiero hablar más de minas. Prohibido hablar de ellas, de cualquiera de ellas, ¿eh?

— De acuerdo.

Pablo y yo comenzamos a cenar. De vez en cuando, sonaron notificaciones de mensajes en nuestro celulares, pero los ignoramos. La noche era solo nuestra.

— Podríamos ir a ver un partido de rugby el fin de semana — el rugby era mi deporte favorito, y además, solía practicarlo. Se me daba bastante bien, incluso en el colegio participaba. Y obviamente, era el mejor de todos jugando —, ¿te parece?

— Me gustaría. Pero cuestan plata las entradas, y vos apenas tenés para comer Peter. Hasta que x te pague.

Revoleo los ojos y río:

— No hace falta que la llames x, podés decir Lali. Ella al menos no me hizo nada.

— Dijiste que no podíamos hablar más de minas.

— Bue, pero Lali es otra cosa.

— ¿Un hombre convertido en mina?

Ambos comenzamos a reírnos.

— ¡No boludo, ella es distinta!

— ¿Cómo distinta? — ,me pregunta Pablo alzando las cejas —. ¿No me querrás decir que Lali te gusta?

— ¡NO! La conozco de un día solo.

— Aunque no lo creas, existe el amor a primera vista Petercito.

— No creo en esas tonterías.

— Haceme caso, la próxima que la veas, intenta a mirarla a los ojos. Si no podés hacerlo, es que gustás de ella.

EL SUMISOOnde histórias criam vida. Descubra agora