El Sumiso ~ 31

1.9K 147 12
                                    

Narra Lali:

Llegamos al auto, subo a Santino, le abrocho el cinturón y me subo a la parte de arriba. No sé si comenzar la charla en el auto o cuando lleguemos a casa. Va a ser una charla muy dura, tanto para él como para mí. Explicarle a un nene sus orígenes, y más, cuando esta vez se trata de orígenes de tono bastante oscuro, es una tarea de lo más complicada. Santino es un nene muy inteligente, y seguro que podrá comprenderlo, pero también me duele que se entere de toda la verdad tan pronto.

— Mamá, ¿es papá?

— Santino, vamos a hablar en casa, ¿de acuerdo? El auto no es un buen lugar para hablar de este tema.

— Pero me debes una explicación — exige él cruzándose de brazos.

— Lo sé, y voy a dártela, pero cuando lleguemos a casa, ¿de acuerdo? — digo manejando.

Acelero y miro al frente. Ahora lo que menos me hace falta es tener un accidente, pero estoy demasiado nerviosa por todo lo que le tengo que contar. ¿Y cómo se lo voy a contar? No es más que un nene, no puedo ser dura con él porque se puede poner mal, y eso es lo único que no quiero. Tuve unos primeros años de infancia bastante duros, y lo único que quise siempre es que Santino no sufriera en esos primeros años, que son los más importantes, todo lo que yo sufrí. Siempre me he considerado una buena madre, pendiente de Santino 24/7 a pesar de todo mi trabajo.

Y finalmente, tomo la calle que lleva hasta nuestra casa, cada vez esta más cerca toda la pesadilla de contar la verdad, y estoy temblando solo de hacerlo. He tenido muchos años para darle esta charla, peor no lo he hecho por su propio bien.

Aparco el auto y saco a Santino, quién sigue teniendo cara de enojo. Suspiro y subimos a casa en el ascensor. ÉL es el primero en entrar, se sienta en el sillón y me dice con la mano que me siente al lado. Sí, ahora mismo está muy exigente, y entiendo perfectamente su posición. Tiene 5 años pero es como si fuera un adulto, es inteligente y espabilado, pendiente de todo.

Me siento a su lado y le agarro la manita. Suspiro de nuevo para tomar fuerzas y contarle todo lo que le tengo que contar:

— Ese señor se llama Mariano, Mariano Martínez. Y es tu papá, claro que sí.

— ¿Y por qué me mentiste? — pregunta él, calmado aún.

— Pues, verás... Voy a ser directa, aunque no quiero explicártelo con brusquedad. ¿Vos querés saber todo todo?

Santino asiente con la cabeza.

— Bien. Ese señor y yo — "creo que voy a tener que explicarle el tema del sexo, porque sino no va a enterarse de nada" pienso —. A ver Santi, ¿de dónde vienen los bebés?

— Salen por la panza de la mamá.

Sonrío:

— No es tan así. Los papás tienen relaciones, ¿comprendés? Entonces, el varón tiene como una especie de bichito, que se llama espermatozoide, que cuando se une con el óvulo de la mujer, forma el bebé. Y el bebé empieza a formarse ahí, en el vientre de la mamá, ¿si?

— ¿Y de dónde sale eso?

— De las partes íntimas mi amor.

— ¿Por dónde hacemos pis?

— Sí — río —. Más o menos.

— ¿Y entonces una nena se puede quedar embarazada a cualquier edad?

— No... — vuelvo a reírme. Al menos, esto no está siendo tan difícil de explicar y Santi no esta haciendo preguntas demasiado incómodas —. A ver, cuando las mujeres tienen 11 o 12 años, aparece el periodo. El óvulo se prepara cada mes para formar un bebé, pero cuando el óvulo no se fecunda, se rompe, y entonces, sale sangre. Cuando ese primer óvulo se rompe, la nena se desarrolla y pasa de ser nena a ser mujer. Aunque el cuerpo de una nena de 11 años...

— ¿Nena o mujer? — me pregunta Santino riendo.

— Mujer de 11 años — río —, pues el cuerpo de esa persona no está tan preparado como el cuerpo de una mujer de 19 o de 20 años para poder tener un hijo.

— Sí, entiendo.

— Bien, bueno, pues tu papá y yo tuvimos esas relaciones, y me quedé embarazada. Y al poco tiempo, me llamó y me dijo que otra chica se había quedado embarazada de él, y que no iba a poder mantener a los dos bebés — mentí —. Por eso me pidió que te cuidara mucho, porque él no iba a poder hacerlo.

— No entiendo mami. Cuando dos papás se quieren, están juntos por siempre cuidando a sus hijitos, ¿no? — Santino hace un puchero. Mierda... Hasta acá todo había estado bien, pero cuando Mariano apareció en la escena, se cagó todo.

— A ver, sí y no. Los grandes fallan, y no saben lo que hacen. Entonces yo quise quedarme con vos pero él prefirió cuidar de la otra nena, de tu hermanita.

— ¿Tengo una hermanita?

— Sí enano, se llama Olivia. Y luego tenues otros dos hermanos más, Milo y Alma, que nació hace poquito. Yo decidí cuidarte sola, en compañía de los tíos y de los abuelos.

Santi me abraza fuerte y coloca la cabeza en mi pecho:

— Entonces, ¿él no me quiere?

— Sí te quiere. Lo que pasa es que el tiene miedo de que sepan cosas. Porque cuando yo me quede embarazada, él estaba con otra persona.

— ¿Por qué te hizo eso, mami? ¿Por qué no quiso dejar a la otra mujer y quedarse con nosotros?

Niego con la cabeza: "Ay Santino, yo tampoco sabía porque lo había hecho". En verdad, la relación con Mariano siempre fue sumamente complicada, con muchos secretos, y con muchas cosas oscuras. Desgraciadamente, en medio de todo lo oscuro, salió una luz, pero aún así, nada podía alumbrarse.

— No lo sé... Pero aunque no te haya venido a ver mucho, estuvo en el hospital cuando naciste, y me ha llamado muchas veces para saber como estabas.

— Pero igual no me ha querido. Ha querido a los otros, a mí no.

— Enano, te quiere. Pero tampoco ha estado tanto tiempo con vos para demostrarlo.

— Porque quiso ocuparse de Olivia y no de mí — explica. Sí, lo había comprendido muy bien. Pero, en verdad, había sido duro explicarle a mi hijo toda su historia.

— Si querés le podemos llamar, esta noche o mañana, y hablás con él un ratito.

— No quiero llamarlo. Quiero que venga Peter. Quiero que él sea mi papá mami.

¿Peter? Ay no, otro tema más...

— Él no es mi papá, pero me quiere más que el de verdad. Y a vos te gusta. Además, pueden hacer como si hubieran tenido las relaciones esas, y de todo hubiera nacido yo.

Sonrío:

— Enano, con el tío Peter tengo que arreglar muchas cosas.

— Pero yo lo amo mucho.

— Lo sé.

— ¿Lo podés llamar? Quiero contarle todo.

Trago saliva:

— ¿Justo a él lo querés llamar?

— Sí, porque sé que el nos ama y va a ayudarnos. A que ni vos ni yo estemos tristes por Mariano. 

EL SUMISOWhere stories live. Discover now