El Sumiso ~ 45

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Narra Nico:

He llamado a Eugenia para ir a recogerlas a Rufina y a ella. He estado hablando con ella todos los días de esta semana y está bastante agradecida conmigo por haberla ayudado con Lali. Es una buena chica, aunque algo gruñona. Ella me ha contado que suele ser un poco rencorosa al principio, pero después se la pasa.

Ella baja puntual y sube en mi auto con la nena. Rufina, al igual que Santino, es un dulce de leche. Me da un beso y después se sienta en la parte de atrás, en una silla que ha traído Eugenia especial para ella. Euge se sube conmigo en la parte de delante, los tres nos ponemos el cinturón de seguridad y comenzamos la conversación.

— Agradezco mucho que los padres de Lali me hayan invitado a cenar esta noche.

— Sí, seguramente lo hayan hecho porque tienen ganas de conocerte. Sos la hermana de Lali, y ellos han escuchado hablar mucho de vos. Lali siempre hablaba mucho de sus dos hermanas y de su hermano cuando era chiquita. Su mamá siempre me decía que la había costado mucho adaptarse, pero que cuando lo hizo, comenzó a ser la nena más maravillosa del mundo — sonrío.

— Trataré de conocerla mejor — Eugenia sonríe a mi lado y mira a Rufina —. ¿Cómo vas atrás enana?

— Bien mami — responde Rufina con una enorme sonrisa en la boca —. Muchas gracias por llevarnos, Nico.

— De nada preciosa.

— ¿Vos tenés novia? — me pregunta la enana.

Río y niego con la cabeza:

— Tuve novia alguna vez, pero ahora mismo estoy soltero. La verdad es que llevo bastante tiempo soltero.

— Rufina esas cosas no se preguntan — la reta Eugenia.

— Tranquila, no me ha molestado. Si no la tengo no la tengo, y no me ofende no tenerla porque tampoco la he buscado. Tengo mucho trabajo y ahora mismo estoy bien como estoy. No te digo que alguna vez pueda hacerme falta una mujer en mi vida, unos hijos... Una vida de familia de verdad, pero ahora mismo, no.

— Bueno, se aceptan todas las opiniones al respecto — dice Eugenia riendo.

— Podían hacerse novios — propone Rufina desde atrás —. Están los dos solteros.

— ¡Rufi! — exclama Eugenia a modo de reto.

Río. A veces los nenes son más sinceros que los adultos. Lo sé bien porque paso mucho tiempo con Santino. Es tan directo, tan dulce... Tan de verdad. Completamente transparente, es imposible que oculte nada. Pero cuando llega la adolescencia, empezamos la mayoría dejamos de ser tan transparentes.

— Eugenia, no la retes, es una nena — digo para defenderla.

— A veces dice tonterías, perdóname.

La miro de reojo:

— En serio, no me molesta. Enana, no calles lo que piensas. Dilo y ya está. No temas, porque mamá no va a retarte mientras que yo esté presente.

Eugenia ríe:

— ¡Eu! Es mi hija.

— Es una ternura tu hija. Me encantan los nenes... Creo que desde que Santino nació, comenzaron a gustarme los nenes.

— ¿El nene de Lali?

— Sí, es una monada. Igual que Rufina... Pero con Santi la pasamos bien. Siempre que me quedo con él, me lo paso mejor que con cualquier adulto.

— Es decir, te morís por ser papá...

— Bueno, creo que sí me gustaría ser papá. Aunque cuando estoy con Santino, la más grande responsabilidad la tiene Lali. Yo no sé si sería capaz de asumirla.

— Cuando sos padre lo asumes solo, solo si amas a tus hijos. Y en la mayor parte de los casos, los papás aman a sus hijos. Mis hermanos y yo de chiquitos, tuvimos mala suerte. Pero bueno, después Marcela me adoptó y tuve una infancia feliz. Y Rufina esta teniendo una infancia feliz, no ve mucho a su papá biológico porque está trabajando en España, pero tiene una hora para hablar con ella por webcam todos los días. Y los días que no puede hacerlo, la llama por teléfono. Siempre la envía postales por su cumpleaños y Navidad, y plata para los regalos. Y bueno, todos los meses envía plata para cubrir la manutención, y también en verano se la lleva a España para que estén juntos unas semanas. No quiso estar conmigo pero quiere a Rufi, y con eso me sobra.

— Me alegro — digo sonriendo —. Al menos se preocupó por ella. El papá de Santi fue tan bosta que le importó más la familia que estaba formando que el hio que había tenido. La avisé a Lali de que Mariano no era una buena persona, pero ella no quiso escucharme. Y al final, Santino y ella terminaron sufriendo la maldad de esa mierda.

— No sabía... — dice Eugenia —. Pobrecita...

— Por eso, no quiero que quede como la pobrecita, pero está enamorada de Peter, y además el enano esta feliz con Peter, y Peter feliz con el enano.

— Peter es como el papá perfecto, no tiene hijos, pero esta deseando tenerlos. ¿Verdad Rufi que Peter era también re bueno con vos?

— Sí mamá — responde Rufi sonriendo.

— Me alegro de que sea una buena persona, Lali de verdad lo necesitaba.

Eugenia me sonríe.

— Una pregunta personal.

— ¿Si?

— Vos seguís enamorada de Peter.

Niega con la cabeza:

— Igual ahora mismo yo también estoy mejor soltera. Como vos. Peter y Lali son felices, y nosotros siempre estábamos teniendo problemas, de plata, con discusiones por el trabajo, por cuando Peter estudiaba en la Universidad... Ahora estoy feliz así. Busco amigos... Solo eso.

— Entonces, podemos ser amigos.

— Obvio — me dice ella sonriendo.

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