El Sumiso ~ 26

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Narra Peter:

Y pensándolo bien, cada vez me costaba más comprender a mi jefa. A veces te decía cosas raras, rarísimas, que te producían nervios y quedarte callado, simplemente. No saber siquiera responder a su pregunta. Y sí, eso es lo que acababa de pasar, después de que me dijera: "Elijo y después pruebo, antes de ir a la aventura, prefiero ir a lo que es seguro que me vaya a gustar, y no solo con la comida". ¿A qué mierda venía eso? Lo de no solo con la comida... ¿Acaso lo decía por mí?

Miro la carta con los platos del restaurante. Todos tan refinados... Había pasado muchas veces por este sitio, pero nunca me hubiera imaginado que era un sitio de cocina francesa tan cara.

— ¿Qué es canard? — pregunto mientras leo el apartado de carnes.

— Pato, es pato en francés — responde —. Algunos de los platos están en francés.

— Para que sea más refinado, ¿no?

— Sí — ella me mira.

— ¿Te gusta el pato?

— Sí, con salsa de cítricos. Riquísimo. Te aseguro que te va a gustar.

— Bueno — no hay probado el pato en mi vida pero, tal vez debía hacerla caso otra vez —, pediré pato pues.

— Bien. ¿Vino? ¿Champagne?

— Prefiero champagne.

— ¿Algo para comenzar? ¿Miraste el apartado de los entrantes?

Emm, sí, lo había mirado. Claro... Pero, había un problema. El sencillo problema que tenía este restaurante de poner sus platos en francés para que la gente normal no supiera lo que estaba pidiendo. Tan solo leía el precio. Y literalmente, me estoy muriendo con solo ver el precio de los platos de este restaurante. No son normales... Ni siquiera sé si voy a tener plata para pagar todo lo que vamos a tomar. Después quedaré mal delante de Lali... Pero bueno, al menos debo intentar complacerla, después de todo, ella es mi jefa. Mi hermosa jefa que me vuelve completamente loco.

— Elegí vos — digo sonriendo.

— Oeuf a la Coque, es un plato típico, uno de los más caros de los restaurantes franceses, y muy premiado en Europa. Te gustará. Camarero por favor — le llama educadamente. El camarero nos toma nota de las bebidas y de los platos y regresa a la cocina.

Ella juguetea con sus manos mientras me mira con sus intensos ojos. Es capaz de estar mirándome fijamente durante muchos minutos. No sé como es capaz de hacerlo... Pero lo hace. Tiene una mirada mágica que te enamora al instante.

— ¿Desde hace cuánto conoces el restaurante?

— Desde hace muchos años. En confianza, el primero que me trajo acá fue el padre de Santino.

— Ah... Él.

— Sí, él. El padre de lo que más quiero en la vida.

— Es un nene hermoso y adorable, es imposible no quererlo con lo lindo que es. Y tan bueno, y educado.

— Tiene encanto con las personas con las que se lleva bien, y Peter — sonríe —, vos sos una de esas personas a las que mi hijo adora. Confía en vos.

— Puede confiar, no voy a fallarle — sonrío. El pobre Santino... Su papá tenía que ser una persona muy rica, pero también que le hizo mucho daño a Lali, porque el tema del papá de Santi es un tema cerrado para ella. Habla de forma seca y en pocas ocasiones.

Otra camarera diferente nos trae el primer plato:

— Oeuf a la Coque.

— Disculpe, ¿qué lleva realmente el plato?

— Lleva una yema de huevo ligeramente cocido con crema fresca, sirope de arce, vinagre y especias.

Uf, sirope de arce. Ahora mismo no suena muy convincente, es más, suena hasta asqueroso.

La camarera se va dejando ambos platos, uno para cada uno y Lali me mira:

— Va a gustarte.

— Nunca he probado el sirope de arce.

— Probá, no seas nene como Santino. Te va a gustar. Tiene un tono picante como a mi me gusta, es verdaderamente delicioso.

Miro el plato. Realmente no es para nada apetecible. Miro a Lali quién ya lo ha probado y saborea con gusto. Ella vuelve a mirarme:

— Probá.

Miro el plato y vuelvo a mirarla a ella. No puede obligarme a comerme esto. No va a hacerlo.

— Es un plato caro, no es mi estilo. Me gusta lo sencillo, lo básico. Ya me complico la vida en otras circunstancias, pero no en la comida. Come el mío si querés.

— ¿Querés que te lo dé yo?

— Lali, no me gusta, de verdad. Lleva cosas muy raras...

— Esta rico igual. Solo sabe a huevo con crema, nada más. Dale, comé.

Pruebo el plato y ella mientras me mira satisfecha. Y en efecto, no está malo, pero no es mi estilo. No me gustan las cosas tan delicadas.

— ¿Te gusta?

Trago y asiento:

— No esta mal, peor no volvería a probarlo.

— Vos te lo perdés — responde riendo.

— ¿Qué lleva el pato?

— Pues cítricos, lima, limón, naranja, mandarina...

— Espero que no sea tan sofisticado como esto — digo. 

— Pensé que te gustaba lo sofisticado a vos.

— ¿Por? — levanto una ceja.

— Sé bien que te gusto, y supuestamente, soy sofisticada. Aunque, no me conocés bien todavía, pero ya lo vas a ver.

-...-

(Las recomiendo mi nueva historia Laliter: "Buenos Aires")

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