Capítulo X. «Cambios inesperados»

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-Sus altezas, Elena Elfhair ha llegado para buscar a la princesa Piperina, ha sido explícita en que tiene cosas urgentes de las que hablarle en el camino a la gran explanada del palacio -anunció uno de los lacayos una vez las princesas hubieron sa...

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-Sus altezas, Elena Elfhair ha llegado para buscar a la princesa Piperina, ha sido explícita en que tiene cosas urgentes de las que hablarle en el camino a la gran explanada del palacio -anunció uno de los lacayos una vez las princesas hubieron salido de la sala de preparación. Piperina se giró hacia Amaris y, antes de tomar una decisión, preguntó:

- ¿No estarás mal con que te deje?

¿Por qué lo estaría? Elena era una de las únicas personas con las que Piperina realmente concordaba, aun cuando era una noble del reino Sol y el que fueran amigas se veía raro para la sociedad.

-Claro que no, ve con ella -respondió, tratando de ocultar su curiosidad-. Deben tener mucho de lo que hablar.

-Nos conocemos desde hace tiempo -explicó Piperina. Bajó la mirada a su traje verde con blanco y siguió-: Es una larga historia, en realidad. Tal vez quiera hablar sobre una alianza, suelen ser comunes en los torneos y es mejor hacerla ahora que después cuando todos hablen de la misteriosa relación entre una casa Sol y una Luna, aún cuando yo no sea una llamada.

-No hay que dejarlos hablar -respondió Amaris, estirando su mano izquierda para empujar la de su hermana. Mientras Piperina caminaba hacia su destino se cruzó con Alannah, ambas se saludaron con una pequeña reverencia y luego siguieron de lado.

Alannah se veía bastante hermosa. Su traje era azul cielo, debido a su rango, (se hacía más oscuro conforme bajaba), la placa en su pecho era totalmente blanca, los puños de las espadas eran rojos en vez de azules como los de Amaris. Su cabello rubio se encontraba agarrado en un firme moño alto hecho de delgadisímas trenzas.

- ¡Amaris! -la saludó, con emoción. La diferencia entre la forma en que había saludado a Piperina hizo a Amaris desconcertarse un poco-, tú armadura es magnífica, la gama de colores resalta tus ojos.

-Muchas gracias -respondió ella, ambas se tomaron del brazo y comenzaron a caminar hacia la gran explanada-, tú armadura también es exquisita, pareces sumamente preparada para el combate.

-Honestamente -contestó Alannah, seria-, no me siento especialmente motivada este año. Los juegos siempre son los mismos, los motivos igual. Sólo quieren divertirse observándonos, eso es todo.

-Tal vez sea así -devolvió Amaris, doblemente desconcertada-, pero eso no quiere decir que nos rindamos antes de siquiera poder mostrar nuestro potencial.

-Son hombres contra los que competimos, querida Amaris, y no más que los más poderosos del reino. Ranik, Zedric, Calum, Nathan, Elmhir, o ese enorme Ailum Gatefire que viene desde aquellas colonias del Sol. No sé como sean las pruebas, pero yo y un grupo de amigos estaremos ayudándonos para que al menos uno de nosotros pase. Tal vez no sean alianzas tan fuertes como las que Adaliah tiene con Tenigan, Triya y Jeremiah, o las de los prepotentes del Sol, pero de algo servirá, eso espero. Si quieres unírtenos sólo tienes que decirlo.

Cantos de Luna.Where stories live. Discover now