Capítulo 24. «Decisión definitiva»

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Al llegar el anochecer, todos en la isla Urkus comenzaron a hablar y hablar sobre lo que sería el final del torneo al día siguiente

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Al llegar el anochecer, todos en la isla Urkus comenzaron a hablar y hablar sobre lo que sería el final del torneo al día siguiente.

Parecía incierto, había contrincantes que se sabía serían buenos y habían obvias revelaciones.

Otra cosa que causaba incertidumbre era si el clima sería propicio para seguir compitiendo. Las lluvias comenzaron a caer a borbotones en toda la isla y muchos ya rumoraban que los sabios estaban seguros de que el torneo se aplasaría.

Para los del Reino Sol era una noticia sin importancia, mientras que para los del Reino Luna era mala, ya que muchos deseaban que el torneo terminara lo más pronto posible para regresar a sus casas y evitar problemas.

Zedric tenía pensamientos totalmente distintos, él ya estaba planeando con sumo detalle el viaje a la Isla de la hechicería que, de ser posible, se llevaría a cabo al día siguiente si el clima no mejoraba.

Sólo le hacía falta asegurar la presencia de sus aliados más fuertes, para lo que llamó a una reunión después de la cena.

Al llegar sus amigos les explicó lo importante que era ir a las Islas de la Muerte y como lo haría con o sin su consentimiento.

Una vez explicó todo, pidió saber quien de sus aliados le daría el beneficio de su compañía en el viaje.

—Espero que tengas buen viaje —respondió Ranik, no dudando ni un poco y, a la vez, sorprendiendo a todos a su alrededor—. Creo que es demasiado arriesgado y no te seguiremos.

—¿Qué? —preguntó Connor, incrédulo—. Ranik, no puedes solo decidir las cosas así. Tenemos que hablarlo.

—Sí, tenemos que hablarlo —coincidió Amaris—. Zedric, ¿Podrían dejarnos solos?

—Por supuesto.

—Esta es nuestra habitación —dijo Nathan con su característica galantería burlona—, creo que ustedes deberían de salir en vez de que lo hagamos nosotros.

—Nathan, se amable —insistió Zedric, levantándose de su sofá para ir hasta él, (que estaba frente a su pequeña mesilla de merienda), y empujándolo hasta la puerta.

—¡Soy amable! Soy el mismísimo rostro del amor —respondió él antes de salir de la habitación, Ailum detrás de él.

Fueron Harry, Iben, Hiden, Elena, Amaris, Piperina, Connor, Triya y Ranik los que se quedaron en aquella habitación para decidir. Ranik fue el primero en decir:

—Es muy arriesgado.

—Todo siempre es arriesgado —dijo Connor. Ranik y él intercambiaron miradas, ambos teniendo distintos motivos para tomar distintas decisiones—. ¡¿Qué?! ¡¿Está mal que quiera saber más sobre este cetro?! Quiero detener a Zara, no quiero que siga abusando de su poder.

Cantos de Luna.Where stories live. Discover now