Capítulo 35. «Daño»

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—Vaya —Amaris se detuvo en seco, la energía que había en el aire hizo que sus sentidos se sintieran aturdidos, que los pelos de su piel se erizaran, (de nuevo), y que su corazón latiera rápidamente al mismo tiempo—

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—Vaya —Amaris se detuvo en seco, la energía que había en el aire hizo que sus sentidos se sintieran aturdidos, que los pelos de su piel se erizaran, (de nuevo), y que su corazón latiera rápidamente al mismo tiempo—. Esto es...

—Extraño —concordó Skrain. Seguía en la proa del barco, no se había movido ni un centímetro en toda la noche, la mañana y tarde, como si se hubiera quedado pegado a ese lugar—. Nos movemos demasiado rápidamente, no hay animales a nuestro alrededor, el agua tiene un tono verdáceo bastante raro y el cielo está completamente despejado. Es demasiado bueno para ser verdad.

—¡Pero si el viaje está siendo mucho más rápido! —exclamó Nathan, que desde que había subido al barco no había dejado de tomar y tenía un tarro de cerveza en sus manos que no dejaba de zangolotear de un lado al otro—. ¡No se asusten, todo está perfecto!

Amaris y Skrain intercambiaron palabras con solo mirarse. Ambos sabían que algo andaba mal, pero era demasiado pronto como para hacer planes. Zedric, que observaba todo desde una de las esquinas del barco, entendió enseguida que ellos tenían mucho en común, una extraña tristeza y reticencia a tener más poder, además de muchas ganas de librarse de todas sus responsabilidades.

Enseguida todo comenzó a complicarse. El barco se alentó hasta el punto de casi detenerse por completo. Todo cayó en un extraño silencio, el cielo, que estaba lleno de estrellas, se oscureció por completo.

—Hay algo debajo de nosotros —sintió Amaris, su poder le estaba indicando algo, pero era difícil descifrarlo—. Es...

—Grande —completaron Skrain y Connor al unísono. Triya, Nathasha, sus primas y sus demás hermanas salieron del barco, todas sintiendo la aproximación de este gran ejemplar.

Incluso Ranik salió del comedor, a pesar de que era la primera vez que descansaba en todo el viaje.

Se detuvo frente a Amaris, fijó sus grandes ojos en ella, la tomó de la barbilla y preguntó:

—¿Estás bien?

Amaris asintió. El cariño que Ranik le expresaba era tranquilizante, un respiro de aire fresco en el medio de la confusión. Ambos se abrazaron, un momento tan íntimo que cualquiera que los estuviera observando estuvo forzado a desviar la mirada.

Zedric soltó un gruñido, luchando contra sus deseos de volver a acercarse a Amaris. Estaba celoso, pero, y después de luchar mucho consigo mismo, había llegado a la conclusión de que acercarse de nuevo a ella haría las cosas peores. Amaris estaba en una situación complicada, ya tenía demasiado en lo que pensar como para que la desestabilizara de nuevo con sus deseos de estar cerca de ella.

Ambos se separaron. Ranik comenzó a prepararse para lo que viniera. Instruyó a todos sus subordinados para que se armaran, guardaran los objetos de valor y se pusieran en guardia para proteger a los demás. Todos sus subordinados pronto estuvieron preparados con lanzas, bayestas y arcos.

Cantos de Luna.Where stories live. Discover now