Capítulo XVI. «Nathan»

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-Tú hermana comienza a preocuparme -le susurró Connor a Amaris al oído.

Todo el grupo se encontraba en la segunda isla, ya habían encontrado la ubicación de los estandartes, ahora sólo se necesitaba ir por ellos, razón por la que se habían repartido en equipos. Ranik y Harry al sur, Elena, Iben y Ailum al este, Piperina, Hiden y Nathan al oeste, mientras que Zedric, Connor y Amaris fueron al norte.

-Es una llamada, acaba de descubrirlo y quiere ayudarnos -justificó Amaris, tan pacífica como siempre. Al ver el ceño fruncido de Connor, prosiguió-: No hará nada malo, es lo suficientemente buena para eso. La conozco como a nadie.

-A veces el poder puede ser abrumador -dijo Zedric, que aunque iba adelante iba oyendo la conversación-. Dile eso a mi hermano.

-¿Tú hermano? -preguntó Amaris, curiosa-. Creí que alguien como tú confiaría mucho en él. Se habla de su hermosa y fructífera relación incluso en mi reino. ¿Es todo una mentira?

-Mi hermano es tal como es, lo acepto, aun cuando a veces es un tanto molesto. Tampoco es como que no sepas sobre el tema, debes estar bastante familiarizada tomando en cuenta que Adaliah es tú hermana.

Ambos rieron. Connor frunció el ceño, desconcertado por la confianza que parecían tener entre ellos. Por su parte, Zedric siguió explicando:

»Mi hermano tiene problemas. Tiene poco amor por los demás, suele ser cruel con los lacayos y personas inferiores a él.

-Considerando su posición en el reino, entonces no hay nadie con quien no sea cruel aparte de tú, tú madre y el gran rey -se burló Connor-. Pero entiendo lo que quieres decir. De todos modos, Piperina me preocupa del buen modo. Ella es... valiente.

-Me gusta eso -dijo Amaris, divertida-. Ella siempre lo ha sido. Desde siempre me ha ofrecido su apoyo, es bueno que ahora los demás noten lo valiosa que es.

-De todos modos, que sea llamada no quiere decir que tenga habilidades, si es correcto lo que oí que le decía aquel Erys -dijo Zedric, como siempre pensando en todas las posibilidades.

-¿Estuviste espiando? -preguntó Amaris, frunciendo el ceño.

-Claro que sí. Es natural, necesito saberlo todo.

-Como sea -dijo Connor, al instante tomando forma de lobo. Era un animal majestuoso, enorme, gris y con ojos azules claros que destacaban por su fiereza-. Huelo los tres estandartes por los que nos han mandado, vuelvo con ellos en unos minutos. Agh, -se sacudió, como incomodo-. Me convertiré en un tigre la próxima vez, todo este pelo es un poco incómodo.

-Por favor, no puede ser tan fácil -se burló Zedric-. ¿Tienen un olor peculiar o algo?

-La persona que los escondió comió trufas antes o durante el escondite. Tengo una debilidad por las trufas.

Dicho esto, Connor salió corriendo lejos de ellos. Amaris y Zedric intercambiaron miradas divertidas, antes de percatarse de que Connor ya estaba demasiado lejos e intentar alcanzarlo.

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