Capítulo 42. «Un largo camino para un gran destino»

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Connor estaba cansado de seguir a los demás. Seguía a Ranik, a Amaris, a Piperina. Sólo se había mantenido cuerdo en esa extraña búsqueda porque Hiden, Harry Iben y las Birdwind lo habían acompañado, pero, de no haberlos tenido cerca, seguro hace mucho tiempo que hubiera desistido.

Los recuerdos de su hermano seguían en su mente como una pequeña espina que no puedes sacarte de la palma de la mano. Recordaba sus juegos, sus mentiras, su amabilidad y galantería.

¿Existía un más allá? ¿Podía verlo desde donde fuera que estuviera? Connor estaba seguro de que, si era así, seguro diría que unirse a una misión como esa era una locura. Que Connor no era lo suficientemente bueno, que le dejara las cosas a las personas poderosas.

Connor volvió su vista a Amaris. Ella caminaba junto a Piperina, su porte, como siempre, era exquisito. Hablaban y discutían entre ellas, pero Connor estaba tan distraído como para que sus sentidos no pudieran ser lo suficientemente efectivos como para distinguir su conversación.

Se trataba de algo que él llamaba, "las voces demasiadas", un momento en que no podía ni controlarse a sí mismo, en que oía tanto como para no poder distinguir una cosa a la vez.

Fue entonces cuando Connor escuchó aquel extraño pitido. Era fuerte, salvaje, y lo reconoció al instante.

—¿Qué pasa? —preguntó Hiden, sus cejas estaban alzadas, sus carnosos labios fruncidos, mientras que su figura denotaba su cansancio y resignación a caminar—. ¿Te duele algo? ¿Por qué parece que acabas de ver a un fantasma?

Connor comenzó a respirar con rapidez. Se detuvo, no queriendo llamar la atención de sus compañeros, pero haciéndolo de todos modos.

—Yo... —carraspeó—. Creo haber oído algo que no puedo haber oído, es...

—Tranquilo —Skrain, tan pacificador como siempre y con un aire de padre al que Connor ya estaba comenzando a acostumbrarse, se acercó y tocó su frente, seguro notando el sudor que la cubría—. ¿Sabes que fue eso? ¿El chillido?

Otra cosa que a Connor le costaba asimilar de Skrain era su poder. Era demasiado poderoso, tanto como para haber distinguido un llamado tan quedo y singular como para que, en teoría, solo un hombre lobo pudiera escucharlo.

—Es un llamado. En mi familia... —Connor sintió sus miembros frágiles, así que se inclinó en la inestable arena— Así nos reconocemos. Ese sonido es... imposible.

—No lo es —Vadhur rebasó a todos y se posicionó demasiado cerca de Connor, sus ojos eran tan misteriosos que cortaban la respiración—. En el desierto todo es posible.

—Es imposible. No puede, no...

Los ojos de Vadhur estaban vacíos. No había nada en ellos, Connor perdió la noción de todo y se desvaneció, sentimientos de dolor y aflicción llenándole por completo.

—¡No! —gritó Amaris, que avanzó y empujó a cualquiera que estuviera en su camino para llegar a su mejor amigo. Una vez estuvo frente a él, susurró, chillando—: Mi pobre amigo, como te he descuidado todo este tiempo.

—No hay nada de que preocuparse —dijo Vadhur—. Él sólo está cambiando.

—Oh no, oh no, no... —la siguiente en hablar fue Adaliah, que estaba cayendo en cuenta de lo que sucedía— ¡Es una trampa! ¡Una maldita trampa!

La mayoría de los chicos entraron en pánico, sus miradas asustadas, sus rostros pálidos y sin color. Por su parte, Zedric entró en su modo de defensa, al instante buscando con la mirada algún signo de ataque.

Vadhur se veía bastante tranquilo. No parecía ser el que hiciera algo. Más bien, parecía que estaba triste por haber hecho lo que había hecho.

Cantos de Luna.Where stories live. Discover now