café derramado & sonrisas

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Después de ese aterrador y exhausto viernes, Tara y yo nos quedamos en nuestro apartamento viendo películas y tomando vino. Fue un fin de semana de relajación, alivio y tranquilidad, del trabajo y de lo sucedido el viernes con Harry Styles. 

Había estado pensando en él todo el tiempo. Era como si se hubiera metido en mi mente, sus ojos color verde esmeralda y sus labios rojizos estuvieron presentes desde la última vez que lo vi. Revivía cada segundo sus rudas palabras que sonaban en mi mente una y otra vez. Recordaba su forma de hablar, con ese acento que tanto me había gustado, su forma de hablar, lento, pero de forma amenazadora. Me hacía la misma pregunta, ¿Será así siempre? ¿Así de grosero? Una pregunta de la que no sé si obtendré una respuesta. Me enfurecí al pensar eso, lo quería volver a ver. 

(...)

Había sido un largo fin de semana y  desgraciadamente,  ya era lunes por la mañana. Tara llegó temprano a mi habitación con dos tazas de café en sus manos. Dijo mi nombre un par de veces hasta que me desperté. Dejó una taza de café en mi mesa de noche, a lado de mi cama donde seguía yo, frotándome los ojos. La tomé en cuanto pude, dándole un rápido sorbo para después verla y sonreírle con gratitud.

-No quiero ir a trabajar hoy. -Me quejé mientras me recargaba en el respaldo de mi cama. Tara se sentó en el pie de la cama y me miró.

-Siempre dices eso. Vamos, ya hice el desayuno. Quiero tu trasero listo en la sala en treinta minutos.-Me dijo de forma divertida mientras se paraba, y se iba caminando hacia la puerta de mi habitación. 

Miré el reloj de mi mesa de noche y me paré casi corriendo, pero antes de dirigirme al baño le di unos últimos sorbos a mi café.

Luego de una rápida ducha, salí lista para ir a mi armario y ver qué  me iba a poner. El clima era con mucho viento y hacía un poco de frío. Por lo tanto, decidí ponerme una blusa blanca con rayas negras de manga larga, unos sencillos pantalones negros y una botas color café claro. 

Fui al baño para hacer mi maquillaje diario,  base, rubor, rímel y sombra en los ojos. Solo que mejor opté por un labial rojo vino. Me puse mi reloj gris en mi muñeca izquierda y unos lentes. Feliz con mi atuendo y maquillaje, fui con una sonrisa victoriosa a la cocina. Vi la hora en mi celular que llevaba en la  mano derecha y me sorprendí al ver que solo me había tardado veinte minutos. Sonreí y llegué a la sala, buscando mi bolso negro. Después de unos segundos lo encontré atrás del sillón. Metí todo lo necesario en el. Me estaba sentando en nuestro cómodo sillón cuando Tara llegó a la sala.

-Vámonos, Tara. -Le dije sonriéndole a mi mejor amiga.

Asintió y salimos de nuestro apartamento para encaminarnos hacia nuestro trabajo. Llegamos a nuestra oficina veinte minutos después, con la nariz y las mejillas rojas por el frío que hacía afuera.

(...)

Tara y yo nos pusimos a trabajar en editar las fotos del photoshoot de Harry Styles, teníamos que presentar las cinco mejores fotos mañana en la mañana. Después de una larga discusión de en cual se veía mejor y cual era más tentadora, decidimos las cinco mejores. 

Me fui  a mi oficina después de eso, para seguir arreglando unas cosas de un photoshoot que tenía pendiente y comer algo en mi oficina mientras lo hacía. Estaba dándole sorbos a mi latte vainilla y revisando unos papeles que tenía en la otra mano arriba de mis rodillas. Cuando Emily entró con cara de asombro y los ojos sobre saltados.

-Harry Styles está aquí, quiere hablar contigo.

Y antes de que le pudiera contestar, se me regó parte de mi café en los papeles y en mis pantalones.

-Mierda. -Dije mientras me levantaba rápidamente de mi silla, mientras veía los papeles sucios de café.

-Esas palabras Amber. - Me quedé helada al escuchar su ronca voz de nuevo. 

Levanté  mi mirada para encontrarme con la suya. Emily ya no estaba en la puerta como antes, Harry la había sustituido. Estaba recargado en el umbral de la puerta, con los pies entrelazados, sus manos adentro de los bolsillos de su caro pantalón negro. Llevaba una camisa blanca de manga corta con un estampado de hojas de palmeras y un abrigo negro.

Me miró con una sonrisa divertida, sus ojos eran verde brilloso. Me enderecé rápidamente, poniéndome seria y acomodándome la blusa.

-Señor Styles, ¿le puedo ayudar en algo?- Le dije con un tono cortante y muy seria. Seguía molesta por la forma en la que me trató el viernes.

Su sonrisa se desvaneció, se enderezó, quitándose del umbral de la puerta, sacó  sus manos de sus bolsillos para cerrar cuidadosamente la puerta. Puso sus manos llenas de anillos detrás de su espalda, dio unos pasos hacia mi.

-A-ah si, la verdad es que quería venir hasta aquí para... - Paró un segundo para aclararse la garganta, por su forma de hablar parecía estar nervioso. Pasó su lengua sobre sus labios, remojándolos. -Pedirte una disculpa, me comporté muy grosero contigo. No tenía porque hacerlo, cuando tú encontraste y me diste mi diario.

Lo miré incrédula, me quedé unos segundo sin saber qué decir.

-Este... si... ¿Qué?

No podía creer que este hombre, vino a mi oficina a pedirme una disculpa. Pasó  su mano por su cabello para acomodarse sus rizos. 

-Me gustaría saber si aceptas mi disculpa, Amber...

Reaccioné rápidamente, dándole una sonrisa educada.

-Bennett. Acepto su disculpa.

Me miró  y asintió. Empezó  a jugar con los anillos que tenía en sus fuertes manos, me di cuenta que tenía un tatuaje en su mano. Una cruz pequeña negra. 

-Bueno, me tengo que ir. Espero verte otra vez Amber. -Se dio la vuelta, y empezó  a caminar hacia la puerta. 

-Lo mismo digo señor Styles.

Volteó, justo cuando ya estaba a punto de abrir la puerta, con la mano en la manija. Me miró por encima de su hombro y me sonrío. 

-Dime Harry. -Su sonrisa se hace más grande y yo igual le sonrío.

Abre la puerta y antes de cerrar la puerta e irse, vuelve a mirarme por última vez.



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