palomitas & Lamborghini

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-Mmm... no, ese no. - Dije mientras estaba sentada en mi cama, con una toalla en la cabeza y en mi ropa interior, viendo cómo Tara me enseñaba un vestido rojo. Era la quinta opción que me mostraba, pero no habíamos encontrado el atuendo perfecto para la ocasión. Faltaban dos horas para que Harry llegara por mí, estaba demasiado nerviosa.

-Tara, Tara. - Tara volteó su vista de mi armario hacia mí. Sus ojos se posaron sobre los míos y me levantó las cejas. - Ya sé qué me voy a poner, ¡Es perfecto!- Le dije con un tono de emoción, mientras me levantaba de mi cama y salía corriendo hacia mi armario. 

Empecé a buscar entre toda la ropa amontonada que tenía en mi armario, hasta que al fin lo encontré. Saqué la blusa negra, la aventé a mi cama, después busqué mis amados jeans rotos e igual lo aventé a la cama. Busqué mi saco color rojo vino. Empezamos a chillar y a brincar como niñas de cinco años al ver el atuendo completo, algo que siempre hacíamos cuando nos emocionábamos. Este atuendo era justo lo que quería, algo casual.

-¡Es perfecto, Amber! Uhhhh ya sé, póntelos con... -Dijo Tara mientras iba a la puerta de junto a mi armario, donde tenía todos mis zapatos. Se agachó y empezó a buscarlos mientras aventaba los que no quería. -¡Estos! - Se paró y se volteó hacia mi dirección.

Me enseñó las botas negras que tenía en sus manos. Me puse todo rápidamente,  mientras me quitaba la toalla del cabello.

-Tara, esto quedaría más perfecto con mi bolso gris Yves Saint Laurent y unas arracadas plateadas.

-¡Si! ¡Si!- Tara y yo fuimos a buscarlos y cuando los encontramos me los puse. Tara me chifló un par de veces para después empujarme en dirección a mi baño.

-Haber Amber, debes de tener un maquillaje algo casual, pero que se vea que te esforzaste pero no por él. Ya sabes cómo. -Su tono era relajado y despreocupado, movía su mano al hablar.

Después de una hora de estar cantando, bailando y maquillándome en el baño con Tara, estuve lista. Nos fuimos a la sala a esperar a que llegara la hora que tanto anhelábamos. Tara estaba sentada viendo que película iba a ver mientras yo no estaba. Mientras tanto yo, estaba preparando las palomitas para Tara. Cuando el timbre retumbó en nuestro apartamento, las nauseas invadieron mi sistema.

-¡Yo abro Tara! - Dije antes de que a Tara se le ocurriera ir a abrir. Me encaminé hacia la puerta con un bowl de palomitas en mi mano. 

Toqué el frío picaporte para abrir la puerta, para ver a Harry de espaldas. Cuando escuchó como abrí más la puerta, se volteó y vi su hermosa sonrisa con dos hoyuelos en sus mejillas. Caía nieve sobre él, su nariz y sus mejillas estaban rojas por el frío de Londres.  Traía un hermoso abrigo azul marino, unos pantalones negros, una camisa blanca, con sus usuales botas negras y para terminar una bufanda negra.

-Hola - Dijo con una tímida sonrisa.

-Hola.- Contesté mientras que una sonrisa se posaba en mis labios.

-¿Puedo pasar? Hace demasiado frío. -Sonrió de la misma manera, mientras ponía sus manos sobre sus musculosos brazos.

-Claro, pasa. - Abrí más la puerta de mi apartamento para que pasara.

-Gracias.

-Llegaste un poco más temprano de lo que esperara. -Dije mientras veía como caminaba adelante de mi. Se volteó a verme, poniendo sus manos en los bolsillos de su abrigo.

-La puntualidad es muy importante para mi. -Se encogió de hombros, mientras veía al piso. Su sonrisa se había desvanecido un poco.

-Digamos que yo soy lo contrario. Llego tarde a casi todo. -Dije con un tono de vergüenza. Levantó su mirada y sonreía otra vez pero ahora de forma divertida.

-Me di cuenta en el día del photoshoot. - Una risa corta salió de su garganta, con su mirada posada en mis ojos. Yo igual reí mientras que me tapaba mi sonrisa, con la mano que tenía libre.

-Huele bien. -Vio alrededor, para después posar su mirada en mi mano ocupada por el bowl de palomitas. -¿Las preparaste tú?- Sonrió y un destello de diversión en sus ojos.

-Sí ¿Quieres? - Le extendí el bowl de palomitas. El asintió rápidamente con su hermosa sonrisa. Sacó su mano llena de anillos del bolsillo de su abrigo, tomando un puño de palomitas, y lo metió a su boca.

-Sigo aquí,  par de tórtolos. -Dijo Tara con una sonrisa y sus brazos cruzados sobre su pecho.

Harry se volteó rápidamente, se le habían caído unas cuantas palomitas de la boca del susto. No pude aguantar un segundo más para reírme, Tara igual hizo lo mismo. No podíamos parar de reír por lo que acababa de suceder. Después de unos segundos, pude controlar mi risa para poder articular una palabra.

-Es que, como se te cayeron las palomitas de la boca.- Justo cuando dije la última palabra, volví a reír nuevamente. -Okay, ya perdón. -Le dije a un Harry totalmente confuso, mientras me secaba dramáticamente las lágrimas de risa que tenía bajo mis ojos. Vi a Harry ahora con una cara de apenado pero con una pequeña sonrisa en sus labios.

-Soy Harry. -Le dijo a Tara que estaba junto a él, extendiéndole su mano a Tara de forma educada. Tara soltó una pequeña risa.

-Ya nos conocemos. -Dijo Tara, Harry pasó la mano que le extendía por su cabello, soltando un suspiro.

-Ah cierto, okay. Perdón -Se disculpó nervioso y con un tono de vergüenza. Me di cuenta que Harry estaba un poco incómodo, así que decidí en tomar la iniciativa.

-Bueno Tara, ya nos vamos. -Me acerqué a ella a despedirme con un beso en el cachete. 

Harry hizo lo mismo, mientras que se disculpaba otra vez. Le entregué a Tara el bowl de palomitas, fui por mi bolso y mi celular al sillón. Harry y yo nos encaminamos a la puerta, salí antes para ver un Lamborghini negro enfrente a mi departamento. Abrí la boca sorprendida.

-¿Te gusta? - Escuché la áspera voz de Harry a mi lado, desvié mi mirada de su hermoso coche hacia  él. Tenía una sonrisa que enseñaba sus hoyuelos, me miraba de forma divertida.

-¿Qué si me gusta? ¡Es un Lamborghini! - Volví a ver el coche deportivo frente a mi. 

Llegamos a la puerta del copiloto y Harry la abrió por mi con una hermosa sonrisa. Entré con cuidado, después de murmurarle un cálido gracias. Después de unos segundos, él entró al lado del conductor. Se acomodó su abrigo, para así después prender su coche.

-Bueno ¿Hacia dónde vamos?

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