|Acacia|

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La floristería no descansa incluso en año nuevo, así que ese día muy temprano por la mañana Eren abre las puertas y cambia su pequeño letrero de «cerrado» a «abierto» con una sutil sonrisa en sus labios.

Afuera, tomando por sorpresa a más de uno, llueve. No es una ventisca, no hay rayos ni fuertes truenos, apenas unas gotas de agua que caen sobre la tierra para dar vida.

Hay un ligero olor a tierra mojada que Eren ama, pero no dura mucho, porque en poco tiempo el olor es reemplazado por el escandaloso olor de los motores en los autos.

Sin embargo Eren apenas tiene tiempo de poner una cara larga cuando el tintineante sonido de la campana en su puerta le pone alerta. Gira limpiando sus manos en el mandil verde y deja salir un «Bienvenido»

Frente a él está el hombre de la última vez, el mismo del auto y del muérdago, también aquel a quien dio arándano.

A diferencia de otras veces –que no es que luciera mal– el hombre viste un traje gris y el cabello perfectamente peinado.

Eren sonríe con admiración. Y las acacias* brillan en su dirección.

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*Acacia: elegancia

Flores y túTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang