|Heliotropo|

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Extrañamente, esa noche, mientras toma el letrero que saca cada día a puertas del local, Eren deja ir de sus labios el séptimo suspiro del día. Sus ojos se fijan en ambos lados de la calle como si esperasen algo, pero cuando nada sucede hace una mueca de decepción.

Espera, sin pretenderlo, el día siguiente.

(Con una ansiedad que no puede ser descrita, y que sólo aumenta conforme los minutos pasan).

Es a medio día cuando la campanita del local suena y mientras él atiende a una anciana mujer, el hombre de ojos azules entra.

(Hay una inconfundible sensación de alivio en su pecho)

–¿Muérdago? – Pregunta Eren cuando le tiene en frente, justo después de despedir a la mujer.

El hombre se limita a asentir.

–Me llamo Eren, por cierto – lo dice cuando le da la espalda, ignorando en todo momento su vergüenza y los nervios que le causa el hacerlo porque teme no le vaya a responder.

Está vez Eren le entrega dos girasoles y un muérdago que les adorna.

Justo antes de salir, como nueva luz, provocando en Eren un sentimiento renovador, le escucha decir su nombre.

–Y yo soy Levi.

Eren sonríe.

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*Heliotropo: Devoción, deseo de amistad.

Flores y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora