|Milenrama|

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Mikasa vuelve a casa temprano con un pequeño pastel de fresa en manos. Saluda desde la puerta pero no recibe respuesta.

Espera una, dos, tres horas. Es al anochecer cuando la puerta es de nuevo abierta y ahí está Eren, con una sonrisa culpable y sus bonitos ojos verdes cubiertos de pena. Mikasa sabe, casi al instante en el que le ve, que el chico necesita un abrazo así que no lo piensa mucho y lo hace.

Eren le susurra al oído todo lo que ha sucedido. Mikasa quisiera regañarlo, tomarlo de la mano y llevarlo lejos de ahí, encerrarlo en algún lugar dónde el amor no sea posible y nadie nunca pueda lastimarlo de nuevo. Pero Eren es fuerte, y determinado, e, incluso si ese lugar existiera, Mikasa está segura de que Eren escaparía en busca de eso que se le niega.

Se ríe. Y Eren lo hace también. Ambos se ríen entre lágrimas.

Mikasa le susurra un feliz cumpleaños.

Eren responde: el mejor.

A continuación ambos están en la cocina comiendo un poco de pastel junto a un poco de té de milenrama. Sin pretenderlo Eren recuerda lo que su madre le dijo aquella vez cuando en su inocencia y con preocupación le dijo que creía que algunos niños podrían ser lindos. "Que complicado", ella le dijo, y le llevó a la cocina para darle un poco de ese mismo té, "pero está bien, Eren, no hay nada de malo en amar. Amar a alguien no te hace una mala persona, al contrario, el amor te hace humano. Así que ama Eren, ama sin tener miedo a que te rompan el corazón, que sólo se vive y se ama de verdad una vez."

Y, que el recuerde, su madre siempre tenía razón.

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*Milenrama: Cura para un corazón roto.

Flores y túWhere stories live. Discover now