|Clavo de olor|

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El camino hacia el lugar de Levi es increíblemente cálido. Caminan juntos sin decir nada, quizás porque entre el silencioso podrían decirse todo.

Llegan a ese edificio que Eren ha visto desde siempre pero en el que nunca pudo imaginar Levi se alojaría. El departamento está en el último piso, es grande y ordenado, con los colores grises predominando por todos lados, justo lo que espera de él. Una decoración sencilla y todo perfectamente acomodado de modo que sea fácil moverse de habitación a habitación.

Levi coloca las bouvardias en un vaso con agua y Eren no puede evitar sentirse ofendido.

—¿Por qué no en un florero?

—No tengo uno. Pensé en comprarlo cuando comenzaste a regalarme flores, pero no he tenido el tiempo de hacerlo.

Eren le mira con diversión.

—La próxima vez que venga a la floristería, recuérdeme regalarle uno.

Luego todo fluye de forma natural. Eren pide usar la cocina, ya que es un invitado y Levi parece haberse estado manteniendo de comida a pedido. No hay mucho, pero Eren logra hacer una pasta perfumada muy ligeramente con clavo de olor, una vieja receta de su madre.

Ambos comen en silencio. Lentamente. 10 minutos. 15 minutos. Los minutos siguen pasando, el silencio cómodamente aglomerándose a su alrededor. El amor anónimo tiene muchas explicaciones. Pero para Eren se resumen en la respiración, los susurros y los suspiros de su cliente como si fuese lo único que existe en el mundo.

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*Clavo de olor: Te he amado sin que lo supieras

Flores y túWhere stories live. Discover now