Siete (*)

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William

Era un alivio que la fiesta hubiese resultado mucho más ligera que la ceremonia, al llegar al salón, me sorprendía la cantidad de personas que parecía haber. No conocía a más de la mitad de las personas que habían asistido, y no entendía la necesidad de nuestros padres por hacer algo como esto.

—Creo que no nos libraremos del momento del baile de novios —pronuncia Anna con una ligera sonrisa.

—Creo que no —repito —Aunque si nos vamos ahora, podremos librarnos de todo lo que la fiesta significa.

Ella suelta una risa, niega un par de veces antes de elevar la mirada. La centra en mi rostro, me observa en silencio por algunos instantes antes de extender una de sus manos.

La tomo al momento en el que la organizadora ingresa a la pequeña habitación en la que nos había pedido que permanezcamos, un pequeño cuarto que conectaba con la inmensa sala de fiestas.

—Bien, chicos es su momento —informa mientras abre la puerta para permitirnos la salida.

El agarre que ejerzo en la mano de Anna es firme, lo mantengo de ese modo hasta que nos encontramos ya en la pista de baile.

—¡Démosle la bienvenida a los novios! —la voz del animador se escucha por las bocinas, acompañado de los aplausos de todos los asistentes.

Anna se gira hacia mí, coloco una de mis manos en su cintura mientras ella coloca su mano en mi hombro. La lenta música del vals comienza a escucharse y ambos comenzamos a balancearnos al compás.

—Por un momento creí que ibas a decir que no —confieso observándola con detalle. —Creí que ibas a negarte a esto.

—Lo consideré —masculla —por una brevedad de segundo consideré todas las opciones que tenía frente a mí y creo que esta era la mejor.

—¿De verdad? —cuestiono al tiempo que una risa incrédula me invade. —Quiero decir, seguramente tenías alguna otra alternativa.

—Sí, salir corriendo de la iglesia y huir en el auto de Montserrat —responde —pero mi padre...—se detiene, toma una profunda inhalación y cierra los ojos por unos instantes antes de volver a mirarme. —Ya está hecho, te agradecería que no volviéramos a tocar el tema ¿sí? —pide con suavidad.

—Bien, como quieras —respondo. Su padre se acerca y me veo en la obligación de apartarme de Anna para cederle el lugar al señor Harris. La tensión entre padre e hija era más que palpable, no aparto la mirada de ellos aun cuando la madre de Anna habla sobre la encantadora boda que estábamos teniendo.

Me siento un poco más aliviado cuando es el turno de mis padres, sin embargo, no es hasta que me encuentro de nuevo frente a Anna, que la comodidad parece regresar a mi cuerpo.

Me alegraba decir que habíamos conseguido establecer una especie de relación de amigos. Éramos completamente conscientes de que no podíamos hacer nada al respecto para cambiar esto, lo único que estaba en nuestras manos era el hecho de intentar llevarnos bien.

Algo que, al parecer, habíamos conseguido.

Pronto la pista de baile se llena de una gran cantidad de parejas, así que ambos nos apartamos del centro para ir hacia nuestros lugares. La mesa que se nos había asignado estaba llena de toda clase de comida, varias copas de una bebida que no logro reconocer se encuentran perfectamente escoradas junto con un par de botellas de agua.

—Bueno, al menos pensaron en nuestros estómagos —bromea Anna mientras toma asiento en la silla. Me siento junto a ella, tomando una de las copas para darle un sorbo. El sabor amargo se instala en mi boca al mismo tiempo que me genera una sensación refrescante.

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Where stories live. Discover now