Cuarenta Y Ocho (*)

51.6K 2.8K 85
                                    


ANNA

Los días siguientes al funeral fueron demasiado difíciles para John, William intentaba estar para su amigo tanto como le era posible pero la empresa también necesitaba de su presencia, así que, en varias ocasiones, me pedía que fuese yo quien viniera a ver a su mejor amigo para ver si necesitaba algo. La casa se sentía extraña, es como si miraras alrededor y algo faltase. Y eso era sin duda alguna la presencia de Lucy en este lugar, ella irradiaba luz, alegría y carisma por donde iba, alegraba la casa de una forma que estaba segura ya no podría suceder más.

Lo hacía con gusto, John fue una de las primeras personas que conocí cuando nuestro compromiso aún comenzaba, siempre se portó de una manera tan cordial, que en el tiempo que había pasado desde que nos conocimos, lo había llegado a considerar un buen amigo.

Fue así, que a mi llegad a la casa debido a una de mis visitas, sin planearlo escuché la conversación que confirmaría las sospechas que tenía sobre Kate.

La había observado con detenimiento durante el tiempo que coincidíamos en la casa de John, las náuseas, los constantes mareos y la ropa que parecía tener toda la intención de ocultar algo, me hicieron comenzar a sospechar que Kate estaba embarazada.

Y ella lo confirmó.

La larga insistencia de Kate para que no dijera nada no se hicieron esperar, y tras prometerle que nada saldría de mi boca, pareció estar más tranquila. Evidentemente la obligué a prometerme que le daría la noticia a John tan pronto como le fuese posible.

Él tenía derecho a saberlo.

—¿Has hablado con John? —inquiero cuando William sale de la ducha, con una toalla enrollada a la cintura y dándome una vista excelente de su trabajado abdomen.

Parecía ser que el ejercicio le iba bien, demasiado.

—No respondió mis llamadas —confiesa —no sé si deba preocuparme —añade.

—Es complicado perder a alguien a quien amas —susurro —tiene que enfrentar su duelo. Creo que hemos hecho todo cuanto está a nuestro alcance para ayudarlo.

—En eso tienes razón —confiesa.

—Montserrat vendrá hoy —informo —probablemente se quede a cenar. ¿estás bien con eso?

—Sabes que no tienes que pedir mi aprobación para que venga a la casa —me recuerda con una pequeña sonrisa. —ella es agradable.

—Lo es —concuerdo —me alegra saber que mi esposo y mejor amiga se llevan bien —bromeo.

Él me dedica una mirada divertida mientras se coloca la ropa. Unos pantalones deportivos que se ajustan perfectamente a sus piernas, muerdo mi labio inferior mientras soy incapaz de apartar la mirada de su retaguardia.

Cuando voltea, una leve risa lo invade.

—¿Qué es lo que estás mirando? —inquiere con una sonrisa juguetona mientras se escabulle al colchón.

—¿No puedo admirar un poco? —cuestiono.

—Sabes que puedes admirar todo lo que quieras —confiesa. —Si quieres me lo quito para que tengas una vista mejor. —sugiere tomando la tela del pantalón.

—No alborotes a mis hormonas, por favor —una carcajada brota de su cuerpo en cuanto escucha mis palabras. Dejo caer la espalda contra el colchón, él se acerca hasta mi cuerpo para dejar un rápido beso contra mis labios, y luego se aparta.

—¿Alguna vez lo consideraste? —se deja caer a un costado de la cama. Mirando al techo.

—Considerar, ¿qué?

Amor por Contrato[SAV #3]  ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora