SECUELA DE DETENTION
Según Maddison Carter su último año de preparatoria se resumiría en caminar por los pasillos, sola, intentando no pensar mucho en su condenadamente sexy novio y en sus muy especiales amigos.
Claramente no es eso lo que ocurrirá...
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La música hace eco en mis oídos, el alcohol se apodera de mi, al igual que el olor a mi alrededor, tengo un vaso en mi mano derecha mientras bailo al ritmo de la música.
Quiero distraerme.
No quiero pensar en Nate, en lo que está haciendo ahora o en lo que podría hacer, no quiero tener miedo... solo quiero pasarla bien, al menos por hoy.
He tenido tres días de mierda.
¿Por qué no me contesta?
¿Le habrá pasado algo?
¿Estará bien?
¿Enfermó?
¿Está con una chica?
¿Se enojó conmigo por alguna razón?
Todas esas preguntas y preocupaciones se apoderaron de mi estos días, pero ahora me permito olvidarme de ello.
—¿¡No crees que fue suficiente!?—escuché un grito a mi lado, giré mi cabeza y el rostro de Zac sonriente se hizo presente.
Reí—¿¡Suficiente de qué!?
—¡De esto!—me quitó el vaso, se veía divertido de la situación.
—¡Hey! ¿¡Qué haces!?
Rió—Definitivamente no tomas mucho, se nota que no sabes hacerlo.
—Lo dice el chico borracho al que tuve que arrastrar fuera de un auto
Rodó los ojos—¿Sigues con eso?
Reí, volviendo a bailar, pero me detuve haciendo un puchero.
—Quiero mi vaso—le pedí, él frunció el ceño y puso el vaso detrás suyo—Sino vas a darme mi trago, iré por otro.
Me dí la vuelta rápidamente, pero perdí el equilibrio y mis manos y rodillas hicieron contacto con el suelo.
Suspiré y me tiré en el suelo riendo, mirando a Zac desde abajo.
Él negó con la cabeza divertido y se agachó para ponerme de pie.
—¿A donde vamos?—pregunté mientras él caminaba, con mi brazo al rededor de su cuello y con el suyo por mi cintura
—Estás mal.
—¿Y a ti qué te importa? Nos odiamos, ¿Recuerdas?
—Pelear contigo borracha es aburrido.
—¿Qué? ¡Mentira! Siempre soy divertida.
—Apuesto a que no puedes mantenerte de pie si quiera para que podamos discutir de frente.
Me quedé callada, haciendo un puchero, porque no quería discutirle eso, ya que probablemente es verdad.
Cuando salimos al patio trasero no pude evitar quedarme viendo la piscina y una sonrisa maliciosa apareció por mis labios.
