SECUELA DE DETENTION
Según Maddison Carter su último año de preparatoria se resumiría en caminar por los pasillos, sola, intentando no pensar mucho en su condenadamente sexy novio y en sus muy especiales amigos.
Claramente no es eso lo que ocurrirá...
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Narra Maddison.
Puse los vasos con el jugo de frambuesa que acabo de preparar en la bandeja, la tomé entre mis manos y empujé la puerta para abrirla, cuando me iba acercando a la sala escuché que Beth y Dan susurraban algo apenas audible.
¿Por qué susurran?
No sé si fue de entrometida o simple curiosidad, pero escuché.
—No estoy seguro de que lo pueda perdonar...—fruncí el ceño, ¿De qué rayos hablan?— Si lo hubiera hecho una vez, quizás. Pero Nate engañó a Maddie más de una vez y el que haya sido con la misma chica no sé si lo hace mejor o peor.
De ahí no pude seguir escuchando nada más.
Retrocedí mis pasos y entré nuevamente a la cocina dejando la bandeja en la isla, porque no sé si mis brazos podrían seguir teniendo fuerzas para sostenerla.
"Pero Nate engañó a Maddie más de una vez..."
Las palabras no paraban de repetirse en mi mente.
No.
No puede ser cierto, necesito hablar con Nate y aclarar esta tontería.
Nate no pudo haber hecho eso, es completamente imposible. Lo conozco mejor que nadie y sé que a veces es algo impulsivo, pero sería incapaz de hacer algo así de horrible.
De todos modos, mis manos comienzan a sudar con solo haber escuchado tal barbaridad.
Es una mentira, no sé de donde lo pudieron haber sacado esos dos.
Respiro profundo y vuelvo a tomar la bandeja y me dirijo a la sala, la dejo en una mesita baja y los chicos sacan sus vasos.
—¿Estás bien?—preguntó Dan frunciendo el ceño—Te ves algo nerviosa.
¿Nerviosa? ¿Yo?
Pues... estoy nerviosa, ansiosa, desesperada y tengo una pizca de hambre.
Si, hambre. Leyeron bien.
El punto es que no puedo tener esto dentro hasta que llegue Nate, ¡Quizás llegue en dos días! Y no pienso preguntarle esto por teléfono.
—Está bien...—tragué grueso—Los escuché.
Dan abrió los ojos de par en par—¿Qué?
—Los escuché hablar y no se hagan los tontos porque saben perfectamente de qué estoy hablando.
Beth y Dan se miraron entre sí.
—¿Es verdad? ¿De dónde sacaron esa tontería?—pregunté molesta.
—Maddie...—Beth comenzó, pero la interrumpí
—¡No pueden ir por la vida hablando de cosas de las que no están...!
