SECUELA DE DETENTION
Según Maddison Carter su último año de preparatoria se resumiría en caminar por los pasillos, sola, intentando no pensar mucho en su condenadamente sexy novio y en sus muy especiales amigos.
Claramente no es eso lo que ocurrirá...
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Recapitulemos.
Mi vida últimamente se podría resumir en una simple palabra, "normal"
Hace un tiempo que hablé con Zac sobre nuestra extraña relación, si bien pude haber dudado sobre que pudiera tener algo con él, luego decidí que no y no porque no me pudiera gustar o algo así, sino que necesito estar sola un tiempo, lo estuve, lo estoy y estoy de maravilla.
Solicité una beca a Berkeley y no tengo idea de cuando irá a llegar la carta, pero ya no puedo más con mis nervios.
Evan y Zac irán a la misma universidad, princeton, con una beca deportiva, mientras que el resto estamos optando por la UC Berkeley.
Creo que la carta nos va a llegar al mismo tiempo.
Sinceramente tengo confianza en mí misma, el ensayo que envié fue uno de los mejores que he escrito en mi vida.
Entonces, no puedo evitar recordar el año pasado, como a estas mismas alturas.
Mis ojos de a poco se fueron abriendo y vi la hora, 6.50am.
Dios, solo por esta parte del día quiero que acabe la escuela luego.
Entonces, mi mente recordó algo importante.
Agarré una almohada y me paré en la cama y comencé a golpear a Nate con el arma en mis manos.
—¡Au!—gritó, cuando estuvo bien despierto dejé de golpearlo, lo vi molesto así que decidí hablar antes de que me retara por haberlo despertado así.
—¡Vanderbilt!—grité, él abrió sus ojos de par en par y se paró de la cama, corriendo a bajar las escaleras, rápidamente me puse la remera de Nate y corrí, pisándole los talones, enfrente de la puerta estaba la correspondencia que habían tirado por el orificio, Nate se arrodilló y supe que estaba la carta cuando vi la insignia de la universidad.
Y aquí estamos, con la respuesta del futuro de ambos en sus manos... claro que él no sabía que era el futuro de los dos.
—Ábrelo ya—dije ansiosa, el asintió, rompió el papel y sacó la hoja, sus ojos se movieron de derecha a izquierda mientras leía y entonces, cuando pareció haber terminado quedó paralizado—¿Y?
—Tengo la beca—susurró, una sonrisa se asomó por mis labios
—¿Qué?
—¡Tengo la beca!—gritó con una sonrisa de oreja a oreja abrazándome por la cintura y despegándome del suelo.
Dios, no podíamos parar de reír de la felicidad.
—¡Tengo la beca, joder!—gritó dejándome en el suelo.
—Felicitaciones—le dije sonriendo y acariciando su mejilla
Joder, me siento como una madre orgullosa de su hijo.
