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Connor

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Connor.

Estaba viniendo hacía él con un grupo de amigos, hace tiempo que quería enfrentarlo, saber si en realidad era aquella horrible persona que le había dado la espalda a aquel que por mucho tiempo fue su amigo. Necesitaba comprobarlo por él mismo.

Como siempre, el chico pasó de largo sin siquiera dirigirle la mirada, Sam ya estaba acostumbrado a que siempre lo ignore o finja que no existe. Tenía una manera única de hacerlo sentir invisible.

—Espera, Connor —dijo cuando pasó al lado de él.

De inmediato, el chico se quedó helado en su lugar mientras los dos amigos que lo acompañaban miraron a Sam de arriba abajo, los amigos del chico también lo ignoraban y en estos sí se notaba cierta molestia, pero no le interesaba. Recordaba muy bien cómo se habían ensañado con su hermano cuando se enteraron que era gay.

—¿Se te ofrece algo? —respondió dándose la vuelta y mirándolo con enfado. Era siempre lo mismo con él, cuando lo enfrentaba cerca de los demás, su actitud hosca parecía intensificarse y cuando estaba solo, no le dirigía la mirada. Sam se llegó a preguntar si sólo con él era así y por qué. Sin embargo, a estas alturas, después de tantas decepciones de su parte, ya no le importaba. O eso es lo que quería creer.

Ahora, claramente estaba enojado con él. Ridículo, era Sam quien debería sentirse de aquella manera.

—¿De casualidad sabes algo de mi hermano? —preguntó para comprobar al fin, si era o no como mostraba ser.

El rostro de Connor se crispó y lo miró con algo cercano al desprecio. Eso lo hizo encogerse de inmediato, pero se negó a exteriorizarlo.

—¿Acaso crees que me importa tu imbécil hermano? Si no sabes donde fue a parar en estos días, ¿cómo diablos quieres que yo lo sepa?

Si haberlo visto burlándose de Cam no hubiera sido suficiente, ahora en verdad comprobó hasta donde le había dado la espalda.

—Solo era una pregunta, como ustedes solían ser amigos pensé que tal vez lo sabrías.

—¿Yo? ¿Amigo de un marica? No jodas —respondió Connor y sus amigos rieron. Esto parecía regodear a Connor, quien de inmediato se rió también. Pero Sam lo notó algo falso.

Le dolió pensar que aquel inocente niño que una vez le había ayudado en el parque, se había convertido en aquella persona que tenía en frente suyo. Sam lo miró decepcionado y los ojos color miel se desviaron por un momento de los suyos.

—Lo eras y le diste la espalda —lo acusó.

—Y tú también lo hiciste, ¿no? En realidad no te preocupas por él, solo quieres limpiar tu conciencia, ni siquiera mostraste interés hasta ahora.

Casi las mismas palabras fueron pronunciadas por Madison minutos antes, pero cuando vinieron de los labios de Connor, el impacto fue el doble. Miró para abajo con culpa y dejó que los demás se fueran, Connor parecía alejarse algo dudoso, pero siguió a sus amigos quienes aprobaron la manera en que éste trató a Sam. ¿Acaso había un límite para la culpa que alguien podía llevar? Porque aquel sentimiento se intensificaba en Sam a medida que pasaban los días, las horas y los minutos.

Corazón ObstinadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora