V e i n t i d o s

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Sam estaba nervioso y dubitativo

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Sam estaba nervioso y dubitativo. Tenía a Liam frente a él, sentado en la misma mesa y luciendo mucho más serio de lo habitual. El lugar que ofreció para el prometido almuerzo era un restaurante alejado de las inmediaciones del colegio. Sam se sintió cohibido al entrar con él. No estaba usando el uniforme por tratarse de su día libre, pero de todos modos, nadie reparaba en ellos. A lo mejor veían a Liam como si fuera su hermano mayor antes que otra cosa.

En un principio, quiso rechazar la invitación, pero lo vio como una oportunidad para hablar sobre lo que pasó entre ellos dos. Así que con un silencio sepulcral, fueron hasta el restaurante.

—¿Ya sabes qué pedir? —le preguntó. Su voz le dio ligeros escalofríos por la manera tan fría en que le habló. No sabía si estaba molesto con él o era debido a otro asunto.

—Creo que solo comeré una ensalada —murmuró Sam. Eso llamó la atención de Liam.

—Eso no será suficiente, necesitas alimentarte bien. ¿Quieres que pida por ti? —sugirió. Ese gesto lo calmó un poco, al menos no está tan enojado como para no preocuparse por él. Sam asintió.

Liam llamó al mesero y pidió strogonof con ensalada caprese para ambos. Sam no tenía mucho apetito, pero tampoco quería rechazar la comida siendo que Liam fue quien invitó.

Se quedaron nuevamente en silencio después de eso. Aquello ya se estaba posponiendo demasiado, pero en cuanto abrió la boca para hablar, Liam fue primero.

—Antes que nada, te pido disculpas por mi malhumor de hoy —lo cortó Liam—. Lo que pasa es que últimamente me estuvo yendo muy mal en todos los aspectos de mi vida, el tener un tiempo hoy contigo es lo que me salva de un día espantoso —sonrió con amabilidad.

Sam ahora no sabía cómo abordar el tema por el que vino sin sonar como un completo insensible. Liam estuvo para él en los momentos en que más lo necesitó y se sentía como si se estuviera deshaciendo de él ahora que las cosas estaban mejorando de a poco.

—No te preocupes —fue todo lo que dijo. Liam se mostró un poco decepcionado y eso le hizo sentir culpable—. Puedes contarme de tus problemas, tú sabes —añadió y esta vez sí obtuvo la reacción que esperaba.

—Mi principal problema es en mi empresa, ¿te acuerdas de ella? —Sam asintió—. Las ganancias iban muy bien en un principio, pero ahora están disminuyendo y he tenido que recortar gastos.

—¿De qué trata exactamente tu empresa? —preguntó con curiosidad. Sam sabía que le estuvo yendo bien pues su atuendo, el departamento lujoso y el coche no eran pagados con el sueldo de un profesor. Debía ser difícil para Liam afrontar esta situación. También recordó la vez que encontró facturas vencidas una vez en su casa, lo que repaldaba lo que estaba diciendo ahora.

—Vendo estimulantes que ayudan a mejorar el rendimiento de las personas. Es útil tanto en deportes, como para lo académico, pero no te precupes —agregó al ver las dudas entrando en la mente de Sam —, son inofensivas, incluso hay estudios que la respaldan —En este punto tuvo que cortar la conversación porque el camarero vino con los pedidos.

Corazón ObstinadoWhere stories live. Discover now