T r e s

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—¿¡Dónde crees que vas de nuevo!? —preguntó un hombre enfurecido a un chico que rodaba los ojos

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—¿¡Dónde crees que vas de nuevo!? —preguntó un hombre enfurecido a un chico que rodaba los ojos.

—Deja de fastidiar, papá. Iré a dar una vuelta —contestó Jax llevándose las manos a los bolsillos.

—Mañana debes ir al instituto, no puedes salir.

Jax se rió por lo que dijo el hombre, a su corta edad, sabía bien que los estudios no eran lo suyo, tal y como se lo dijo miles de veces a su padre, pero lastimosamente para él, sus palabras llegaban a oídos sordos. Jax sabía bien que para los padres era difícil asumir que los hijos pueden decidir por sí mismos, y menos cuando tu padre se trata de nada menos que tu profesor de Historia.

—No me esperes despierto —respondió con desgana y terminó cerrando la puerta de la entrada más fuerte de lo normal debido a los gritos del hombre.

«Que se joda», pensó restándole importancia.

La relación con su padre era algo que ya daba por perdido, todos los gritos de parte de él, las indiferencias por parte de Jax y la rivalidad que se fue creando entre los dos, ya no tenían punto de retorno.

«Debe acostumbrarse en algún momento ante la idea de que ya no soy un niño»

Una brisa veraniega le rozó la nuca y en ese momento se dio cuenta de que, por el apuro de salir de su casa, no trajo ni siquiera un abrigo. No le importaba, a dónde iba no lo necesitaría.

A unas cuantas casas, los alaridos de su padre disminuyeron, cosa que no le sorprendió. El hombre era siempre así, se enojaba hasta los huesos con él para después dejarlo hacer lo que quería. Incluso ha tenido que usar sus influencias para que no reprobara materias cuando Jax se salía con las suyas.

Siguió caminando unas cuantas calles hasta llegar a una casa al que los vecinos llamaban "la madriguera" debido a que varios jóvenes solían reunirse para poner música a un volumen ensordecedor y beber hasta la madrugada. Cosa que encontraba divertido, esos "vándalos" como dice la gente, no eran más que chicos un poco mayores que él, que solo buscaban un lugar donde refugiarse de los problemas que amenazaban con llenar su cabeza. Era una casa común y corriente que pertenecía a uno de ellos, no estaba tan bien cuidada como debía de ser, pero cumplía con la función principal que era servirles como guarida del mundo real.

—Llegas tarde como siempre, hijo de papi —se burló de él uno de los chicos.

Desde que habían descubierto que su padre era su propio profesor, no habían hecho más que reírse de él, cosa que le daba igual, con tal de salir de su casa, Jax podía aceptar este tipo de burlas que sabía que no iban en serio.

—Si ya sabes, ¿para qué me esperas temprano? —contestó encogiéndose de hombros.

Todo terminó en unas cuantas burlas más y Jax se acomodó. No tenía ninguna relación de amistad con ellos, ni siquiera sabía el verdadero nombre de algunos, pero ahí en la oscuridad, con la música llenando su cabeza de letras que no lo representaban y el humo se alzaba hasta el mugriento techo, se sintió tan relajado como podría estar un chico como él.

Corazón ObstinadoWhere stories live. Discover now