D i e c i s é i s

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Sam no podía dejar de temblar

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Sam no podía dejar de temblar. Sus manos mantenían ese constante movimiento aun cuando se decía a sí mismo que debía ser fuerte por su hermana. Su madre fue llevada al hospital junto a Cameron. Ambos se encontraban inconscientes al momento de irse mientras que Roy, Lizzy y él iban en el coche. Menos mal Roy se ofreció a conducir porque Sam no estaba seguro de poder poner sus manos con firmeza en el volante y además de eso, todavía le faltaba unos meses para poder conseguir la licencia.

—¿Acaso esto es una especie de castigo? —pensó y por la mirada de Lizzy desde el asiento de atrás, se dio cuenta de que lo dijo en voz alta. Sin embargo, ¿qué otra cosa podría ser? Estaba pagando por haber sido un imbécil insensible y debería poder enfrentarse a las consecuencias. Pero todo lo que Sam quería, era que todo esto terminara.

—Tu madre estará bien. Ella es una mujer fuerte que no se permitiría dejar solos a sus hijos —agregó Roy, en un desesperado intento de consolarlos.

Sam apreciaba el esfuerzo de Roy, pero esas palabras no eran para nada ciertas. Por supuesto que ella dejó a Cameron solo y aunque estuviera arrepentida, eso no cambiaba el pasado, ni mucho menos las consecuencias que eso trajo consigo.

Roy dijo unas cuantas palabras más, pero Sam quedó absorto en sus pensamientos. Le gustaría poder ser un chico con problemas que cualquier adolescente tendría. Sin embargo, estaba rumbo al hospital junto a su hermano que acaba de ser secuestrado y una madre que recibió un disparo de parte de un delincuente.

¿Pero qué tan egoísta era para solo concentrarse en sí mismo cuando tenía personas alrededor que lo estaban pasando peor?

Sam salió de su burbuja de autocompasión y decidió volver a la realidad. En cuanto lo hizo, su celular sonó desde uno de sus bolsillos y al contestar, escuchó la voz de su padre. Nunca antes se alegró tanto de oírlo.

—Sam, tu madre me llamó hace algunas horas, ¿sabes qué le pasó? No me contesta el teléfono.

—Papá —dijo y el hombre debió notar algo en su voz porque repitió su nombre con preocupación—, es mamá y también Cameron, ellos dos... —Sam no pudo decir las palabras siguientes pues estas se quedaron atascadas en su garganta y en vez de eso, las lágrimas ganaron terreno inundando sus ojos. ¿A dónde quedó su resolución de ser fuerte? Se desmoronó ni bien pasaron unos segundos.

Como no podía hablar, Roy tomó el móvil y contestó a su padre, quien no paraba de preguntar qué era lo que estaba sucediendo. La reacción de su padre de seguro era una mezcla entre aturdido y conmocionado. Roy le dio la dirección a donde llevaron a los heridos y sin poder escuchar lo que contestó su padre, cortó.

A sus espaldas, Lizzy le puso una mano en el hombro y él llevó la suya para poder apretar el agarre de su hermana. Aquel pequeño gesto lo conmovió.

Debía admitir que empezaba a admirar a Roy. Era tan seguro de sí mismo y de su amor por Cameron, que no se dejaba pisotear por nadie. Cameron se merecía a alguien como él.

Corazón ObstinadoWhere stories live. Discover now