CAPÍTULO 17

3.5K 257 68
                                    

POV KARA

Furiosa. Esa era la mejor palabra que podía utilizar en este instante para definir como me sentía. Si pensaba que todo era una broma macabra del destino... Me equivocaba. Lo supe en el segundo en que crucé la puerta de aquel sofisticado despacho. Entonces entendí que todo era real.

Había conocido a la audaz abogada de mi esposa y me había hecho sentir menos fuera de lugar. Pero claro, eramos tres personas en esa habitación y yo me negaba a fijarme en Lena. Simple y llanamente porque se me hacía demasiado doloroso. Mis fantasmas se habían materializado de la peor forma.

Estaba actuando en piloto automático gran parte de la reunión, hasta que oí mencionar el tema de la casa. Un tema delicado si lo veía con perspectiva. Cuando nos casamos ambas pusimos un montón de empeño en encontrar la vivienda idónea. Mi por aquel entonces esposa se enamoró de la casa. Ya en su mente se había formado la idea de agrandar la familia muy pronto. La remodeló con ilusión y ganas, consiguiendo un resultado de verdad sorprendente. Más tarde, cuando llegó Eliza empezó a rebosar un auténtico calor de hogar.

Por todo eso, veía ilógico quedarme con algo que nunca me perteneció por entero. Era nuestro proyecto, nuestra mayor ilusión. Ahora todo eso había quedado en el olvido. Pero para mí continuaba siendo el hogar de mi hija. Prefería que ella creciese allí. Que tuviese su futuro entre esas cuatro paredes, aunque muy a mi pesar yo no estuviese presente en él.

Me sorprendió el cinismo de Lena. Fue la primera vez en el transcurso de la tarde que conseguimos conectar nuestras miradas. ¿Su preocupación era real o simplemente era otra más de sus mentiras? Se me hacía imposible creer en ella. Pero al mismo tiempo, mi yo más irracional se negaba a desconfiar de sus palabras. Ya que su lenguaje corporal no me engañaba lo más mínimo. Lo comprobé cuando tomó entre sus manos el bolígrafo para firmar los papeles. Sus manos temblaban levemente, tanto que le dificultaban la acción. Si a eso le sumamos el constante jugueteo con el colgante que le regalé tiempo atrás, los indicios me llevaban a la conclusión de que Lena no estaba convencida de sus actos. Aún así todo siguió su curso natural. Ella terminó de firmar todo y fue mi turno.

Sentía tanta impotencia. Me hubiese gustado gritarle cuan equivocada estaba pero ya no tenía caso. Ella se había rendido y mi oposición no solucionaba las cosas solo las volvía más trágicas y desgarradoras. Estaba ante un ser no provisto de remordimientos... Era una batalla perdida antes incluso de comenzarla.

Todo el tema de nuestra vieja casa me hizo plantearme una inquietante pregunta. ¿Que sería de mi pequeña? En este instante ya no eramos una familia. Nos habíamos limitado a ser dos madres que compartirían al fruto de su amor.

Estaba dispuesta a ceder en otras tantas cosas pero jamás en algo relacionado con Eliza. Si bien es cierto, que me había pasado por la cabeza pactar una custodia compartida... En mis pensamientos no cabía perderla totalmente. Recibí un hachazo contundente de sus labios. Ella lucharía contra mí para apartarme completamente de la niña. Algo surrealista. Lo peor de todo era ver como lo tenía orquestado.

Y ahí fue cuando me dejé llevar por la furia y en cierto modo por el odio. Es curioso como funciona nuestra mente, es capaz de sacar a flote nuestro coraje si la situación lo amerita, solo para protegernos. Y eso fue lo que me ocurrió a mí. Exploté. Encarando al amor de vida por querer quitarme a mi otro gran amor.

Vi como estaba aguantando cada golpe, conteniendo silenciosamente sus lágrimas. Pero yo estaba igual o peor que ella. ¿En que momento todo se había vuelto tan triste y confuso? ¿Que hizo cambiar nuestras vidas, volvernos de cómplices a rivales?

Compartir su mismo espacio empezaba a asfixiarme, así que decidí abandonar el dichoso despacho bajo la atónita mirada de Lena y su abogada.

Me asqueaba mucho mi comportamiento... El no poder serenarme y terminar discutiendo con mi ex esposa. Tan mal me sentía que una vez abandoné el imponente edificio puse rumbo al DEO. Allí se encontraba la única persona que podría darme un poco de paz. Sin duda alguna, tenía que desahogarme con mi hermana. Ella me daría la objetividad necesaria para tomar el camino correcto de ahora en adelante. Además de ayudarme en mi nuevo propósito, buscar la verdad de lo que estaba ocurriendo.

Encontraré una razón para que decidas quedarteWo Geschichten leben. Entdecke jetzt