CAPÍTULO 22

3.6K 261 80
                                    


POV QUINN

Algo tan simple como una llamada, podía cambiar tantas cosas. Una llamada podía destruir tu vida de mil maneras distintas.... Arrebatándote a un ser querido.... Alejándote de un futuro académico o profesional brillante... O podía conseguir todo lo contrario... Podía darte alegrías, esperanzas e incluso buenas noticias. Y en esta última situación me encontraba yo.

Había estado nerviosa gran parte del día. La desaparición de Lena y la falta de información de su ex-esposa al respecto me habían dejado tocada. En cierto modo me sentía un poco culpable, ya que seguramente mis recientes descubrimientos habían alertado a la madre de Lena. Fui demasiado impulsiva. Pero sabía que el tiempo apremiaba para mi nueva amiga. Necesitábamos movernos rápido para evitar seguirle el juego a esa mujer. Bastante destrozada estaba ya con todo lo del divorcio, como para sumarle una ardua lucha por la custodia de Eliza. La morena no soportaría continuar enfrentando a Kara. Aún la quería demasiado.

En verdad, sentía una admiración enorme por ella, por como había sabido manejar sus sentimientos en todo momento. Tan entera... Tan determinada... Hasta ese instante en el que se derrumbó frente a mi y yo le brindé mi ayuda. Era una mujer formidable que en poco tiempo se había ganado un lugar en mi corazón. De ahí la angustia que oprimía mi pecho.

Solo fue disipada por la llamada de la rubia. Kara me llamó hace escasamente un cuarto de hora, informándome de las últimas novedades del secuestro. Respiré y salí corriendo de mi piso rumbo al hospital. Quería ver a la ojiverde y saber sobre su estado de salud.

Así que olvidándome un poco de los límites de velocidad llegué rauda y veloz a mi destino. No necesité pedirle la ubicación exacta de mi amiga a la recepcionista puesto que Kara ya se encargó de ponerme al tanto de todo.

Me llamó la atención la silueta de lo que parecía ser una chica. Estaba sentada en el banco cercano a la habitación de Lena. Un segundo. Yo sabía perfectamente quien era. Conforme me iba acercando estaba más convencida... Era Sam.

Algo difícil de saber por como estaba agachada. Tenía las manos en su rostro cubriéndolo por completo. Pero aunque hacía relativamente poco que la conocía había grabado a fuego en mis retinas cada uno de los detalles que la caracterizaban. ¿Como no hacerlo? La chica era preciosa.

Me acerqué hasta llegar a su altura y muy lentamente me senté a su lado. Supongo que notó mi presencia porque la vi girarse muy despacio para ver quien era. Ese movimiento me dejó ver mejor el estado de su rostro. Estaba rojo, mojado y con una expresión de tristeza que me partió en dos. Su semblante se relajó un poco al comprobar que era yo.

- Qu..Quinn... ¿Que haces aquí?- preguntó con un hilo de voz mientras se ponía derecha en el banco.

- Hola Sam, supongo que lo mismo que tú. Vine a ver a Lena.- clavé mis ojos en los suyos suavizando mis facciones por otras más compasivas. Ambas estábamos preocupadas pero sabía que ella era como una hermana para la morena. Ni por asomo me podía acercar a sentir una décima parte de su dolor.

- Es cierto, disculpa..... mi cabeza parece estar en las nube.- dijo apenada haciendo un intento de sonrisa que no resultó. Parecía casi ida... encerrada en su propio mundo. Puse una mano en su muslo dándole un ligero apretón. Estaría aquí para ella. Esperaba que me dejara quedarme.

- Ey... no te preocupes. Debes estar conmocionada con la noticia... Yo al menos supe de su secuestro desde el inicio.- le expliqué ganándome su atención mis últimas palabras. Mierda!! Tenía que habérselo contado antes.... Me va a odiar.

Encontraré una razón para que decidas quedarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora