Capítulo 2: Vacaciones obligatorias.

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EVE

- Tres, dos, uno…adelante – dio la orden James, el entrenador de lucha de los de último curso.

Mi contrincante, Meison. Un chico de unos cincuenta kilos más que yo y un año mayor. Pero claro, aquí todos eran mayores que yo.

Me miró con esa mirada que tenían todos al empezar una pelea contra mí, “lo siento princesa, no quiero hacerte daño.” Odiaba esa actitud.

Como siempre, me acerqué a él yo primero y di el primer golpe, un gancho de derecha a estilo boxeo. Le di con todas mis fuerzas y eso hizo que él quitara esa estúpida mirada de su cara para convertirla en una de odio y furia, justo lo que quería.

Intentó devolverme el golpe pero lo esquivé agachándome rápidamente. Ya que estaba abajo, le di otro puñetazo en el estomago lo que provocó que soltara un grito de dolor.

Cada vez su rabia iba a más y eso me gustaba, sería más fácil humillarle delante de toda la clase. Porque eso era lo único que me importaba, ganar a este imbécil que me había infravalorado solo por ser mujer y por ser más joven.

Parecía mentira, aquí todo el mundo conocía mi reputación, conocía mi manera de luchar y mis facilidades para las artes marciales y la magia, en general. Se podía decir que era una empollona. Era la mejor de mi promoción y la mejor de la promoción que iba delante de la mía ya que en segundo, me había subido de curso porque el mío se me quedaba pequeño.

Este estaba siendo mi último examen, había superado los exámenes de cada elemento con la mejor nota posible. Mi preferido era fuego, en él había sacado una matrícula de honor con un plus. Las armas eran mi segunda preferencia, era toda una maestra con los cuchillos. Pero la lucha cuerpo a cuerpo, sin duda era la que más me descargaba y hoy, en el último examen, lo iba a dar todo.

Meison se incorporó tras el golpe y vino corriendo hacia mi posición. Me lanzó un puño que esquivé agachándome y pasando por debajo del brazo. Cuando este posó por encima de mi cabeza, levanté las manos y lo agarré para acabar tirándole de espaldas, tras un medio giro de su cuerpo.

Se quedó tendido durante unos segundos mientras recuperaba la respiración, yo se los concedí. Sabía que en una pelea real, si el fuese un sombra, yo cogería el cuchillo que seguramente llevaría en mi cinturón, y se lo clavaría en toda la garganta para que ni siquiera pudiese gritar. Pero esto era un examen y por mucho que este chico me sacara de mis casillas, era un brujo de la luz, es decir, un futuro compañero de batallas.

Al final Meison se levantó y se quedó parado, respirando y tomándoselo con más calma. Eso no me convenía, ya que ahora lucharía muchísimo mejor, con más cabeza y sin dejar que la rabia tomase las decisiones por él.

Y ahora sí, ahora era una lucha igualada. Cada golpe que le lanzaba lo esquivaba, cada golpe que me lanzaba, lo acababa esquivando. Puños, patadas, saltos,…todo lo esquivábamos con suba destreza, él también estaba haciendo un buen examen.

Pero por fin, tras media hora de intensa pelea, sus fuerzas empezaron a venirse abajo. Yo entrenaba mucho más que ellos debido a mi poca vida social, lo cual hacía que tuviese más fondo físico que él y así poder aguantar mucho más.

Uno de sus puños fue demasiado flojo. Yo agarré su brazo y se lo inmovilice de tal manera que si él hacía un solo movimiento, se lo partiría. En lugar de eso, golpeé la parte de atrás de su rodilla y le obligué a caer al suelo. Con mi brazo libre agarré su cuello y apreté con fuerza, sería capaz de partírselo pero solo quería que no respirara para que se rindiera.

Aguantó más de lo que cualquiera hubiese aguantado, eso hay que reconocerlo. Pero al final acabó golpeando tres veces mi brazo, esa era la señal que decía que se rendía, que había perdido.

Saga Elementos III: AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora