Capítulo 6: Necesito saber de ti.

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WILL/KAI

- Ni lo sabrás – dijo poniéndome  una cara de furia que realmente me asustó.

Y no me asustó por lo que pudiera hacerme, sino por si lo decía enserio. Debía conocer su nombre y por alguna extraña necesidad, necesitaba que fuera de sus labios.

Ella salió del agua y yo me quedé unos segundos bloqueado, ella creaba ese efecto en mí. Pero tenía que recomponerme, el misterio de su nombre no se iba a quedar solo en eso, estaba dispuesto hacer lo que sea por sonsacárselo.

La vi recoger sus cosas, como si quisiera irse. Yo tiré la tabla demasiado cerca de ella y me desabroché el traje de neopreno, solo me quité la parte de arriba que quedó colgando de la cintura, pero eso la desconcertó unos segundos mientras admiraba mi cuerpo trabajado del gimnasio y el surf.

Me entraron ganas de tirarle una de mis sonrisas provocativas y guiñarla un ojo, eso les encantaba a las chicas de por aquí. Pero ella era diferente, ya lo había demostrado anoche y si la hacía eso, solo conseguiría hacerla huir como un cervatillo asustado.

En vez de eso, me senté en la tabla y la indiqué que se sentara a mi lado, sin palabras, para no asustarla. Casi pude ver el rechazo en su mirada y justo cuando creí que se largaría con algún comentario sarcástico, ella se sentó en la tabla, lo más alejada de mí posible.

Yo no decía nada, simplemente no podía dejar de mirarla y parecía que las palabras no eran necesarias. Aunque ella si parecía querer decirme algo, parecía pensativa y dudosa por la manera en que debía empezar la conversación. Esperé ansioso a que se decidiera.

Pero estaba claro que esto no iba a ser fácil, el reto se hacía cada vez más grande y todo gracias a mi cuidadora, mi querida Berta que empezó a gritar desde el balcón de mi habitación:

- Señorito William – hizo una pausa en la que supuse que me buscaba con al mirada – Señorito William, su padre ha llegado.

“Genial, me interrumpes para darme la peor de las noticias – pensé amargamente”

Y esto ponía la balanza muy a favor de la chica nueva. Ella sabía mi nombre y ahora donde vivo. Todo lo que llevo años intentando ocultar, quien era mi familia y donde vivía, ahora ese poder estaba en manos de esta chica.

Pero era asombroso ver su cara, miraba a la casa en busca de alguna explicación, con miedo de girar la cabeza y mirarme a mí para que le explicara algo que no estaba dispuesto a explicar.

- Tengo que irme encanto. – dije levantándome bruscamente y obligándola a levantarse.

- Pero…tu…esto…¿vives aquí? – parecía que le había costado horrores ordenar la frase, era tan mona cuando parecía desorientada.

- No. Trabajo aquí los fines de semana. Mi padre habrá venido a traerme el almuerzo. – no pude sentirme peor después de decir esto, pero ella no debía saber la verdad, ¿o sí?

Volvía a tener la necesidad de contárselo todo, de que me conociera. ¿Qué de malo habría? Al fin y al cabo ella se irá en dos semanas. Tampoco parece muy sociable, no se lo contaría a nadie excepto a … excepto a su prima. Ese era el inconveniente, su prima se lo contaría a todo el pueblo, luego las chicas vendrían a bañarse a mi playa y más sabiendo que soy el heredero de la fortuna de mi padre.

- Eso me cuadra más. – dijo ella para sus adentros. – Diría que ha sido un placer, pero sería mentir. – me dijo esta vez a mí con una sonrisa sarcástica.

¡Agg! ¿pero qué me pasa? ¿por qué tengo esta necesidad de contarle todo, de contarle quien soy y como soy? La sensación de anoche volvió a mí como una patada en el estomago, era un vacío que parecía que me cortaba la respiración.

Saga Elementos III: AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora