Capítulo 8: Me siento inútil.

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WILL/KAI

Salí de mi habitación por primera vez desde que había subido de comer, ni siquiera con la extraña conversación entre Samantha y yo había salido. Ya hacía unas horas de eso y había decidido olvidarlo, no sabía muy bien que pensar ni como tomarme sus palabras, pero lo que sí sabía es que había plantado una duda dentro de mí.

No es que tuviese dudas sobre si se iría o no, ahora lo que no sabía era si mi obsesión por aquella chica se debía más al misterio de su nombre y sus cualidades físicas o, como había dicho Samantha, se debía a que quería mucho más de ella.

Y por más que pensaba sobre aquello, más irracional me parecía. ¿Cómo puedo querer estar con una chica que lo único que quiere es estrangularme? Pero estaba decidido a averiguarlo, hoy mismo.

Salí de mi cuarto descalzo para no hacer ruido. Alexa se había quedado con mi antigua habitación, la que estaba cerca de la de Berta y la más separada de la mía, lo cual no había mucho peligro de que me oyese. Llegué por el pasillo de la izquierda, según salías de mi cuarto, y entré en la sala de música, a mi padre le encantaba coleccionar instrumentos que nunca aprendería a tocar. Pero desde esta sala podía ver la verja de casa y como me esperaba, estaba abierta.

Ya estaba la primera parte del plan hecho, ahora solo me quedaba saltar por mi balcón, haciendo el menor ruido posible, y conseguir llegar hasta el garaje sin que me viese ni me oyese nadie. Una vez ahí, debía abrir la puerta de este y sacar mi moto arrastras, sin arrancarla para que no me oyesen antes de tiempo. Luego me montaría en ella y la arrancaría a la vez que saldría disparado como una bala.

El problema del plan era que me oyesen antes de tiempo. Mi padre, desde su despacho, controlaba los mandos del mecanismo para cerrar la puerta, si él me oyese antes de yo estar subido en la moto, no me daría tiempo a salir con ella. No es que me encerrase, podría salir a pie, pero entonces tendría que ir andando hasta la otra punta del pueblo, donde vivía la prima de mi misteriosa chica. Y sentía una enorme pereza de tal largo paseo.

Conseguí bajar trepando por una enredadera hasta la parte de atrás de la casa. Una vez ahí, me agaché y fui andando en cuclillas por todo el jardín para que no me viesen por las ventanas de la casa. Entré por la cocina y de ahí pasé al garaje. ¡Mierda!

- ¿Dónde vas guapo? – dijo Alexa que me esperaba con un escote más que provocativo.

- ¿Quieres venir? – dije mientras ideaba mi siguiente estrategia, tenía que conseguir despistarla.

- Tú y yo en una moto, ya tuve bastante este mañana, gracias. – dijo mirándome con asco.

Pero si no quería subir en la moto y fugarse conmigo, ¿qué quería? Debía hacer que aceptara a venir para que el plan que empezaba a formarse en mi cabeza surgiera efecto. El problema de mi plan era que volvía a obligarme a ir al límite, siempre al límite.

- Conozco un sitio para estar…a solas. – dije levantándola una ceja y poniendo una de mis miradas provocadoras. – Prometo conducir despacio.

La vi morderse el labio de placer y como sus ojos se iluminaban de excitación. Ya está, lo había conseguido.

“Alexa, eres una ilusa – pensé”

- Esta bien, ¿qué necesitas que haga para largarnos de aquí? – dijo con cierto entusiasmo en la voz.

- Abre la puerta del garaje y yo saco la moto sin hacer ruido.

Aceptó y fue abrir la puerta. Yo la seguí y sin que ella me viera, metí las llaves en el contacto e hice el primer movimiento, encendía la moto pero no la arrancaba.

Saga Elementos III: AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora