Capítulo 31: La persecución y las promesas.

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KAI

Steeve gritaba de dolor, la quemadura parecía grave pero no moriría de esta. Meison conducía como un loco, se saltaba discos, daba volantazos e incluso estuvo a punto de atropellar a unos turistas que miraban hacia el lado que no era.

Eve arrancó la manga de la camiseta de Steeve y sacó una botella de agua de la bolsa, para echársela por encima. Este volvió a gritar de dolor y Eve le fulminó con la mirada.

- Steeve, se que te escuece pero no morirás de esta. Por otro lado, si no te recompones te mataran los sombras, así que vamos, se fuerte. – aunque sus palabras acojonarían a cualquiera, Steeve pareció aliviado de oírlas y dejó de chillar.

- Está bien. – dijo Steeve mientras se tragaba un analgésico que le acaba de dar Ralph.

- Meison, situación. – dijo mi amada recordándome a lo que una vez la llamaba, Lara Croft.

- Estas varios metros por detrás, pero se nos echan encima, Eve. – dijo este algo apurado.

Debía de sentirse culpable por todo esto, pero al fin y al cabo, la metedura de pata no había sido solo suya, Ralph era casi tan culpable como él y me había sorprendido mucho Eve cuando no se lo había recriminado en la casa.

Eve se sentó a mi lado una vez que comprobó que Steeve ya no chillaría más. Estaba algo enfadado con ella, por un segundo he pensado que no volvería al coche, por un segundo me ha hecho pensar que la perdía para siempre.

- No vuelvas hacerme lo de antes, ¿entendido? No puedo ni imaginarme una vida sin ti. – dije mientras miraba sus preciosos ojos verdes.

- Tú me diste la fuerza necesaria para volver al coche. – me dijo mientras juntaba sus labios con los míos.

Pero los momentos bonitos en nuestra vida no duran y este no iba a ser una excepción.

- Ya están encima, Eve. – dijo Meison refiriéndose a los sombras.

- Bien, tú sigue tu camino hasta el aeropuerto, yo intentaré que no nos sigan. – dijo mientras sacaba el mechero de su padre del cinturón y me guiñaba un ojo de manera divertida.

Ella había nacido para esto, había sido criada para esto. Mientras yo me moría de miedo, ella se permitía el lujo de guiñarme un ojo en plan juguetón.

Encendió el mechero y creó una bola de fuego que lanzó hacia el vehículo de detrás. No tardó en convertirse en una bola tras otra que chocaba en su cristal, impidiéndoles la visión y haciendo que diesen volantazos de un lado para otro.

- A las ruedas Eve, son de goma, arderán. – dije intentando ayudar.

Pero en cuanto lo dije, los ataques nos fueron devueltos. Durante unos segundos, la luna trasera del vehículo se convirtió en un autentico infierno y Eve se vio obligada a refugiarse dentro hasta que cesaran los ataques.

Pero no por mucho, abrió del todo la ventana y sacó medio cuerpo fuera del coche. Recé porque Meison tuviera una conducción lo más recta posible. Eve volvió a mandar bolas hacia el coche, alternaba una a las ruedas y otra al cristal.

- No consigo dar a las ruedas, el coche tiene que girar para eso. Meison coge una curva. – dijo gritando con medio cuerpo fuera del coche.

Entonces el sombra lanzó una bola directamente hacia Eve, esta tuvo que doblar la cintura hacia abajo para esquivarla, dejando su cabeza casi rozando con el asfalto y si no llega a ser porque la agarré de las piernas, el resto del cuerpo hubiese caído también.

La volví a meter para dentro del vehículo, el susto había sido tan grande que mis manos temblaban cuando la dejé sentada en el asiento.

- Gracias – me dijo ella con algo de sofoco en la voz, ella también se había asustado.

Saga Elementos III: AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora