Capítulo 19: Ir en contra de mis principios.

58.2K 4.1K 612
                                    

KAI

Tal y como hice el otro día, conduje lento y cuidadosamente para no asustar a Eve, la cual, estaba con la cabeza apoyada en mi hombro y con sus manos apoyadas suavemente en mi estomago.

No sé si sabría describir la cantidad de sensaciones que pasaban ahora mismo por mi cuerpo. Primero estaba las ansias de llegar, aunque me gustaba estar así, preferiría poder mirarla a la cara o poder hablar con ella. Luego también estaba el pánico, aunque sabía que le gustaba y que estaba todo eso del Embrujo, aun sentía miedo de su rechazo. Pero por encima de todo eso, estaban las ganas de hacerla mía en todos los sentidos posibles, la quería solo para mí y que todo el mundo lo supiera.

Llegamos a la zona de la cueva y detuve la moto lentamente. De repente, me empezaron a entrar sudores fríos por todo el cuerpo y a notar una sensación extraña en el estomago, temía lo que estaba a punto de pasar. Por fin íbamos a dejar las cosas claras, por fin íbamos hablar sobre nosotros.

El miedo podía conmigo de tal manera que no era capaz de bajar de la moto, pero Eve se adelantó y bajó primero. Ni siquiera me miró, sacó la linterna del bolsillo de su chaqueta y fue con cuidado hasta el borde del acantilado.

No me quedó más remedio que seguirla, estaba cerca de la zona de los escalones pero aun no había llegado, un paso en falso y caería a las rocas. Pero me olvidaba que ella no era una princesa que necesitase protección, ella era una guerrera.

Encontró los escalones sin necesidad de mi ayuda, pero antes de bajar, se agachó y empezó a recoger todas las ramas secas y pequeñas piedras que se encontraba por el camino. Me moría de curiosidad por saber para que las quería, pero el miedo me impedía hablar, cuanto más tardara en hacerlo, más podría disfrutar viéndola así, sonriente y relajada.

Al final cogí la linterna que había cogido del garaje de casa y la fui iluminando para que pudiese encontrar más rocas y más hojas secas. Cuando los dos tuvimos las manos llenas, ella indicó con un movimiento de cabeza, que bajáramos a la cueva.

- Déjalas ahí. – dijo una vez que llegamos a la cueva y señalándome un punto del suelo donde quería que depositara todo lo que habíamos cogido.

Me aparté a un lado y la dejé trabajar. Colocó las piedras en el suelo, haciendo un círculo perfecto con ellas. Luego colocó todas las ramas dentro y de un bolsillo del pantalón, sacó un objeto plateado, abrió una pequeña tapa y encendió una llama. Hizo arder una rama que tenía en la mano y luego la deposito junto a las otras haciendo una pequeña hoguera que dejaba la cueva más reconfortante.

Sopló la pequeña llama hasta que el fuego alcanzó su máximo esplendor y luego me lanzó el mechero para que lo mirara. Era el típico mechero de gasolina de la marca ZIPPO, todo de plata y con una única inscripción. Bueno, no era una inscripción precisamente, más bien un dibujo, eran dos lazos entrelazados o dos ochos tumbados.

- Es el símbolo del doble infinito, es un símbolo que se usa mucho en la magia y que quiere decir eso, que la magia es tan infinita como un doble infinito. – dijo mientras se levantaba del suelo y se acercaba lentamente a mí. – Es lo único que conservo de mi padre, aparte de su casa claro. Tanto él como yo, siempre hemos elegido el fuego entre los elementos y él siempre lo llevaba encima cuando salía a luchar.

Le devolví el mechero y la miré con toda la intensidad que podía mirarla. No parecía incómoda, ni parecía tener ganas de irse, más bien parecía estar donde quería estar. A pesar de eso, su mirada era triste y parecía estar viajando al pasado con la mente.

- Debe de ser difícil enterarse ahora de todo esto, de que tus padres no murieron como tu creías y que, de alguna manera, organizaron toda tu vida. – dije para intentar que se soltara y que se desahogara conmigo.

Saga Elementos III: AguaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora