Capítulo 5

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  — ¿Por qué no me llamas por mi nombre?. Somos amigos desde bebés, ¿no?— 

— N-no lo sé...

La conversación de los niños fue interrumpida por una extraña presencia que se acercaba a ellos. Podían sentirla, pero no verla, ni siquiera Elise.

No supieron como, pero esta logro crear una herida en el hombro de la pequeña rubia, rasgando la manga de la chamarra dejando ver su brazo, el cual comenzó a sangrar.

— Tsk...— La irá de Jayden estaba a flor de piel, lanzando golpes por todos lados en un intento de atrapar lo que había lastimado a la niña. — ¡Métete conmigo, cobarde! ¡Ella no te hizo nada!—

Elise, entre lágrimas alzó la mirada al azabache, oyendo y viendo como este buscaba defenderla. — Basta... ¡Jayden, basta!— Tomó al niño de su saco, a lo que este se detuvo volviendo la mirada hasta encontrarse con la de ella. 

Ella tenía razón, no iba a poder hacer nada si no podía verlo, debía simplemente cuidar a la menor y tratar de sanar su herida. Suspiró y sacó un pañuelo de su bolsillo, un instante antes que procediera a curarla, esta fue elevada por aquella presencia invisible.

  — ¡Jayden!— Estiró su mano hacía él en busca de ayuda.

— ¡Elise!— Estirando también su mano hacía ella. Podía ver las gotas de sangre caer como si de lluvia se tratase, esto no hizo más que desesperar al niño que comenzó a gritar que dejara en paz a la pequeña.

  — ¡¡¡Papá!!! — Como si ella lo hubiera invocado, el mago se hizo presente, tomándola entre sus brazos; mientras Renfred disparaba con aquellas balas capaces de evitar que los demonios y demás seres inhumanos volvieran a regenerarse.

— Elise, ¿estás bien?, ¿te hizo algo?— Preguntó Elías, hasta que logró ver el pequeño brazo de su hija cubierto de sangre... su propia sangre. Este comenzó a perder el control, hasta que su esposa se abalanzó sobre su espalda, rodeándole con sus brazos.

— ¡Detente, Elías!— El grito de Chise le hizo reaccionar, si se convertía en "eso" de nuevo, sabía que luego le costaría regresar y podría terminar viendo a su propia hija como "comida".

Lo que sea que esa cosa fuera, se había materializado, pero no era más que una pequeña impureza, lo que significaba que algo la había creado y la estaba controlando.

Cuando todo se calmó, ambas madres socorrieron a sus hijos. Chise se dispuso a curar el brazo de Elise. Alice, además de limpiar la sangre que había en el rostro de su hijo, terminó por darle un golpe en la cabeza y reprochando que la próxima vez supiera donde transportarse.

La noche caía, era hora de volver a casa. Ambas familias fueron hacía la estación y en lo que los Ainsworth esperaban el tren, la pequeña rubia se acercó a su amigo, con una inocente sonrisa en su rostro.

  — ¿Qué?, ¿tengo algo en la cara?— Cuestionó él, con su típico tono seco y cortante.

— No, pero... estoy feliz de que me llamaras por mi nombre. Y también gracias por lo de hoy, volvamos a vernos. — Concluyó esta con una gran sonrisa, volviendo al lado de sus padres que subían al tren que los llevaría a su casa al oeste de Londres.

Alice y Renfred despedían a la familia, mientras su hijo sólo miraba como este se alejaba como si estuviera pensando en otra cosa. Debido a esto, sus padres comenzaron a interrogarle, sabían que no les diría nada, pero aún así aprovecharon incluso de molestarle diciendo que seguramente le gustaba la pequeña rubia de ojos color hierva. —¡Ustedes están locos!— Dejó salir, comenzando a alejarse de la estación para ir de regreso a su casa.

Elise, sumamente feliz por lo que había pasado ese día con respecto a que Jayden la había llamado por su nombre, incluso había olvidado lo de esa cosa y su brazo.

— ¿Cuándo iremos a la tierra de los dragones?, ya quiero ver a mi abuelito Lindel.— 

— Sigo sin creer que le diga "abuelo" a ese anciano embustero.— Dijo la espina, de brazos cruzados, cubriendo su rostro con su típico velo de color rojo.

Por otro lado, la Sleigh Beggy reía algo nerviosa por el comentario de su esposo. — ¿Te gustaría ir mañana?. Sabes que debemos avisar con tiempo, porque a él le encanta recibirte con lo mejor.— Dijo, acariciando el cabello de su hija, la cual asintió.

La noche pasó, Silky preparaba unos sandwiches para el viaje de la familia. Ruth por otro lado, jugaba con Elise, la cual se encontraba sobre su lomo en lo que esperaban al matrimonio para poder marcharse. Una vez estos bajaron, se despidieron de la Banshee, partieron rumbo a lo del cuidador.

De hecho, antes de que salieran de la propiedad fueron abordados por uno de los dragones de el rubio. Evidentemente subieron a su lomo y despegaron. Lo que más amaba Elise, era ver el hermoso cielo azul, ansiaba llegar y poder jugar con todos sus amigos dragones.

No se sabe cuanto tiempo pasó exactamente, pero era normal cuando se viajaba tan a gusto el tiempo era lo que menos uno veía. Ruth, quien se encontraba en su forma humana, señaló como se veía la última tierra de los dragones a lo lejos.

  — ¡Ya estamos aquí!— Exclamó la niña, super feliz y emocionada. 

Lindel se encontraba esperando por debajo de estos. Cuando el gran dragón aterrizó, comenzó a lagrimear de manera cómica al ver como la pequeña Ainsworth corría hacía él llamándole "abuelito".

— ¡Mi hermosa princesa!— La tomó en brazos y restregó su mejilla con la de ella. Amaba verla, ya que debido a su labor, no podía abandonar el lugar. — ¿Tuviste un gran cumpleaños?, ¿recibiste muchas cosas?, ¿te gustó el regalo del abuelo?— Le llenó de preguntas. Ella no hizo más que asentir, y al abrir su saco, dejó ver un precioso vestido; este tenía detalles similares a la ropa que su "abuelo" usaba, bueno, ese había sido su regalo para ella.

— Muchas gracias, abuelito. Me gusta mucho, ¿a ti te gusta como me veo?— Su tierno rostro angelical y su dulce voz, no hicieron más que provocar un "golpe de dulzura" al cuidador. 

— Lindel, muchas gracias por el vestido, Elise lo ama mucho.— Dijo Chise con una leve sonrisa, haciendo una reverencia en señal de agradecimiento. 

  — Fue un placer, quiero todo lo mejor para ella. Por cierto, ya me enteré lo de... "la nueva llegada de la cigüeña".— Dijo este con una pícara sonrisa mirando a los magos, los cuales en son de vergüenza miraban hacía otro lado.

La familia crecía, pero los problemas también. Lo que había pasado en el bosque, no era más que el comienzo de lo que pasará más adelante. 

Una nueva vida, una nueva historia... Nuevos problemas...Where stories live. Discover now