Capítulo 7

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Todo parecía que era un día normal. Todos se encontraban en el jardín de la casa de los Ainsworth; Elise jugaba con Ruth y Jayden, los mayores comían algo mientras reían y charlaban, era un día más.

Elise tuvo la idea de jugar al escondite, así que les aviso a sus compañeros de juego. Cubrió sus ojos y comenzó a contar, por algún motivo comenzó a sentir frío, ¿cómo era posible si el día tenía un radiante sol?. Al destapar sus ojos aquél tan pacífico paisaje se convirtió en todo lo contrario; estaba oscuro, no había nadie, todo estaba destrozado como si un tornado hubiese pasado por allí.

  — ¡Papá...!— Algo andaba mal, su voz... ¿había cambiado?. Miró sus manos y estas eran más grandes, luego miró todo su cuerpo, corrió hasta un charco de agua, era ella más adulta. — ¿Q-qué está pasando?— Corrió hasta salir de la propiedad de su familia con la esperanza de encontrar alguna explicación, pero no había nadie, parecía un pueblo fantasma.

  — Elise Ainsworth...—

Reconocía esa voz, pero no sabía de donde. Miraba a todos lados, no lo veía, pero sonaba como si lo tuviera al lado. — ¡¿Q-quién eres?!. ¡¿Dónde está mi familia?!— Sentía que caería en la desesperación. Volvió la vista al frente y el paisaje había cambiado, ahora estaba en Londres... destruida por completo. 

Antes de que pudiera decir algo, comenzó a caer al vacío. Sus gritos eran lo único que se escuchaba en aquél horrible lugar, hasta que sintió que alguien tomó su mano para evitar que siguiera cayendo. Despertó totalmente agitada, sudaba en frío, su rostro era igual al de la primera pesadilla que tuvo el día de su cumpleaños; vio que tenía su brazo extendido, ¿eso había sido real?.

  — Elise, ¿estás bien?. Parece que viste un muerto.— Dijo Ruth mirando a la niña con preocupación. Esta le tomó de los hombros.

— R-ruth, ¿cuántos años tengo?. ¿Dónde están mi mamá y mi papá?.— 

— Tienes 6 años y tus padres están allá abajo preparando unos pedidos. ¿Te sientes bien?— 

La pequeña rubia suspiró aliviada, volviendo la mirada a su mano.

¿Qué había sido todo eso?. ¿Habría muerto si hubiera caído al vacío?. ¿De quién era esa mano?. Una mano llena de calidez, la cual le ayudó a despertar, ¿quién habrá sido esa persona?.

Bajó rápidamente a donde sus padres estaban, saltando a la cintura de Elías quien le miró algo extrañado.

  — ¿Ocurre algo, Elise?— 

— No. Sólo estoy feliz de verte a ti y a mami.— Dijo Elise mirando a sus padres. Soltó a Elías y fue a abrazar la cintura de su madre, saludando a su hermano que aún estaba en el vientre de la pelirroja.

  — ¿Quieres ayudarnos a llevar esto a la sala?— Preguntó Chise mientras sonreía y acariciaba el cabello de su hija, la cual asintió.

Aquél horrible sueño aún rondaba por la cabeza de la niña, lo que llamó la atención de sus padres. Dejando las cosas en la mesa, accidentalmente un frasco cayó, haciéndose pedazos por completo. —¡L-lo lamento!—

  — Descuida, mi cielo. Mamá preparará otro de inmediato, ¿si?— Dijo Chise para calmar a su hija que había quedado algo asustada.

Elías por otro lado, no quería que su esposa se forzara demasiado. — Elise, debes ser más cuidadosa, podrías haberte lastimado.— 

— Lo sé, papi. Lo siento.— Cabizbaja, jugando sus dedos. 

Chise le hizo una seña a Silky y esta vino de inmediato con el abrigo de Elías y el de Elise. — Voy a necesitar más ingredientes para volver a hacer esa medicina. ¿Podrían ir ambos por ellas?— 

El mago se negó, quería quedarse a seguir vigilando que la Sleigh Beggy no se excediera, la pequeña también se negó porque al igual que su padre quería cuidar a su madre y hermano. Las voces de ambos comenzaron a molestar a la chica quien los lanzó a ambos fuera de la casa.

— ¡Y no regresen hasta que no traigan lo que les pedí porque es para esta noche!— Concluyó antes de cerrar con fuerza la puerta. 

Tanto padre como hija quedaron anonadados por el accionar de la pelirroja, que sin ganas de hacerla enojar más tomaron sus abrigos y emprendieron marcha hacía el bosque.

Era la primera vez que salían solos, ninguno sabía de que hablar más que de Chise, por lo que decidieron hablar de ello. Elise tomó la mano de su padre mientras miraba a los seres que se hacían presente frente a ella.

Elías por otro lado ya buscaba las plantas que necesitaría para el medicamento. Tomó a su hija y la puso sobre sus hombros pidiéndole que le ayudara.

  — Papi, ¿yo puedo transformarme como tú?— La repentina pregunta sorprendió al mago.

— ¿Transformarte como yo?. ¿Por qué lo preguntas, Elise?— 

— Pues, se supone que también tengo poderes, ¿verdad?. Sólo quiero saber si tengo o tendré la capacidad de hacerlo.— 

El Pilum Murialis bajó a la niña y se sentó con ella en el suelo. Comenzaron a charlar sobre ese tema, ya que era demasiado raro que a su corta edad quisiera saber de ello. — ¿Segura que sólo quieres saberlo por curiosidad?— Preguntó él.

— La verdad, quisiera poder hacerlo. Para protegerlos a ti, a mami, Ruth, Silky y a mi hermano.— 

Este suspiró acariciando la cabecita de su hija. — Preferirías que te preocuparas en crecer feliz, como toda niña debe hacer.— 

Elise asintió, parecía que pensaba en otra cosa. — Tampoco es la suya...— 

— ¿Dijiste algo?— Volvió a preguntar el mago.

— N-no, no. Hablé en voz alta, nada más. Vamos, debemos llevarle a mami los ingredientes.— Esta respuesta no dejó muy conforme al mago, pero no tenía más opción que no preguntarle. 

La escena de la caída seguía latente en la mente de la niña, quien sólo quería saber, ¿de quién era aquella mano?. Era una sensación cálida y familiar, pero no era de ninguno de sus padres. Esperaba algún día poder conocer a quien le ayudó a despertar, y saber si todo lo que vio había sido realmente un sueño. 

   

  

Una nueva vida, una nueva historia... Nuevos problemas...Where stories live. Discover now