Capítulo 6

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Los meses pasaban, y el vientre de Chise crecía. Como con el primer embarazo de la pelirroja, su esposo vivía al pendiente de ella.

  — Elías, por favor. Todo salió bien con Elise, dudo que con este bebé sea lo contrario.— Dijo ella algo nerviosa por como ni su marido, ni nadie le dejaba hacer absolutamente nada.

— Fui responsable de ti desde que llegaste a esta casa como mi aprendiz, lo seguiste siendo cuando nos casamos y ahora como la madre de mis hijos, debo velar por su seguridad y salud de ambos.— Las palabras del mago hicieron sonrojar a la chica, era cierto, desde el primer momento ha cuidado de ella. Debido a todo lo que pasaron juntos habían terminado de esa manera.

Silky hizo presencia en la sala para avisarle al mago que tenía visitas. Esta era importante, por lo que lamentablemente tenía que apartarse de su esposa, no sin antes ver a su hija dando vueltas en el pasillo. Se acercó a ella, agachándose a su altura y le susurró...  — Elise, ¿puedes hacer algo por mi?. Necesito que te quedes con tu madre y no le dejes hacer nada por su cuenta.— 

— ¿Por qué no, papi?— 

— Es por su seguridad y la de tu hermano. ¿Podrás hacerlo?— 

— ¡Si!. Yo cuidaré a mami.— La niña corrió hacía su madre, sentándose a su lado. Era pequeña, pero Elías confiaba en que si Chise hacía algo, su hija y/o Ruth se lo harían saber.

La noche cayó, la pequeña de cabellos rubios dormía plácidamente en la habitación que era de su madre junto al familiar de la Sleigh Beggy, el matrimonio charlaba en su propia habitación y salió el tema de lo que ocurría con Elise.

  — ¿Crees que ella... esté maldita?— Preguntó ella, preocupada por su hija y de que la pequeña estuviera condenada.

— No lo creo. Elise tiene un aura diferente, supongo que es porque heredó cosas de ambos. Ella estará bien, quédate tranquila.— Concluyó el mago, pasando su brazo alrededor de Chise.

Las horas pasaron hasta que el sol comenzó a asomarse por sus ventanas. Los pequeños rayos de luz despertaron a Ruth, quien movía a la niña para que esta, quien estaba en una rara posición, despertara.

— Elise, despierta. Si no lo haces, no te volveré a llevar en mi lomo.— La rubia pegó un salto, saliendo de la cama. Odiaba que le dijera eso porque sabía que lograría levantarla de sus dulces sueños.

— Eres malo, Ruth...— Bostezando mientras rascaba su ojo tratando de despertar por completo. Salió de su cuarto, saludó a Silky y continuó su camino al baño.

Como todas las mañanas, la familia desayunó junta. Hasta que Chise tuvo la idea de una salida familiar a Londres.

Elías, algo preocupado, aceptó. De todas formas irían juntos, pero esta vez no despegarían la vista de su niña. Elise a escondidas pasaba lo que no comería a Ruth, quien sin negarse en absoluto se lo comía todo.

  — ¿Qué iremos a hacer en Londres?— 

— Vamos a pasear un poco, nos hará bien salir.— Dijo Chise, acariciando la mejilla de Elise. 

Luego de terminar de comer, fueron a sus habitaciones para alistarse. Silky los esperaba en la entrada con sus sacos en mano, hacía frío.

Se despidieron de la Banshee y se marcharon, Elías usaba el rostro de Simon, ya era costumbre. Para Elise era raro ver a su padre con rostros de carne, pero claramente ya debía acostumbrarse, puesto que las demás personas si podrían temerle a su rostro calaverico.

Al llegar a Londres, mientras caminaban veían un montón de tiendas con cosas que llamaban la atención de cualquiera; desde ropa, hasta maquillajes y juguetes. Algo que llamó la atención de los Ainsworth fue una tienda en específico, la cual estaba llena de vestidos, era una tienda para la celebración más importante de una adolescente "Sus dulces 16".

  — ¡Chise!— Una voz conocida llamó la atención de los magos.

— Stella. ¿Qué haces por aquí?. No te hemos visto en mucho tiempo.— Respondió la pelirroja, abrazando en señal de saludo a su amiga.

— Vinimos con Ethan de paseo. Íbamos de camino a tu casa.— La muchacha volvió la mirada a Elise, claramente ya la conocía. La última vez que la vio era muy pequeña. — Elise, ¿verdad?. Creciste muchísimo, la última vez que te vimos eras sólo una bebita.—

  — Elise, ella es Stella. Amiga nuestra, y él su hermano Ethan. Ambos te conocen desde que naciste, pero seguramente tú no los recuerdas.— 

— No, pero mucho gusto. Es un placer.— Dijo la pequeña con una gran sonrisa.

Tenían mucho de que hablar, así que fueron a un café cercano. Las mujeres hablaban de sus cosas; Ethan seguía sorprendiéndose cada vez que veía al mago por los cambios de apariencia que este tenía. Mientras tanto Elise y Ruth elegían que pedir.

— Por cierto, estaban viendo esa tienda tan linda. ¿Ya están viendo los preparativos para la fiesta de Elise?— Dijo Stella, lo que atrajo la atención del matrimonio. Era verdad, Chise no pudo celebrar su fiesta por aquella maldición que casi acaba del todo con su vida, ¿por qué su hija no podría tenerla?.

— La verdad, sólo vimos la tienda por casualidad. Pero creo que pronto comenzaremos con esos preparativos, queremos que ella tenga la felicidad que a nosotros nos costó tener.— La mirada de Chise se iluminó imaginando a su hija con alguno de esos vestidos y en una fiesta enorme, mentalmente ya tenía todo listo. — Recuerdo que fuimos a tu fiesta de "Dulces 16", esa fue la última vez que nos vimos.— 

— Es cierto. Elise aún era una bebé en ese tiempo, si le harán la fiesta nos invitan, ¿eh?— 

— Por supuesto, me aseguraré personalmente que la invitación llegue a tus manos.— 

En lo que el mesero llegaba, las chicas decidieron ir juntas al tocador para continuar con su charla. Todo parecía normal, pero realmente Stella tenía algo rondando por su cabeza.

— Oye, Chise...— Su mirada se llenó de preocupación. — Elise, ¿puede ver cosas como tú?— 

La pregunta medio que impactó a la madre de la pequeña rubia.

— Si. Pero, hay una gran diferencia entre ella y yo...— 

— ¿Una gran diferencia?— 

— A diferencia de mi. Elise no le teme a lo que ve, por lo que eso me deja tranquila, ya que ella está creciendo feliz, aunque esté rodeada de cosas "tenebrosas" para los demás.— La Sleigh Beggy hablaba como toda una mujer, al principio si le preocupaba, pero realmente nada importaba mientras a su hija no le molestara.

Ambas chicas regresaron junto a los demás, donde todo siguió normal. Las risas volvieron, momentos gratos que serían dignos de recordar. ¿Por cuánto tiempo sería así?

Una leve brisa provocó un ligero escalofrío en la niña. Era raro, ya que no había ventanas abiertas. Esta volteó, sin toparse con absolutamente nada, por lo que decidió ignorarlo, pero lo que haya sido... seguía acercándose de manera sigilosa...

   

      

Una nueva vida, una nueva historia... Nuevos problemas...Where stories live. Discover now