Capítulo 13

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Diez años han pasado, diez años llenos de cambios.

Se acercaban los "Dulces 16" de la pequeña Elise, quien ya era toda una señorita, pero la señorita había heredado una costumbre que Elías odiaba y esa era...

  — ¡¿Otra vez se escapó?!.— Exclamó Elías, llamando la atención de todos en la casa, especialmente de su esposa.

Había heredado eso de su madre, irse sola y sin avisar. El mago miró de reojo para ver si su hijo aún estaba en la casa, y para su suerte si.

— Elías, sabes que Elise sólo va a buscar a Jayden.— Le dijo su esposa.

El mago suspiró pesadamente y se cruzó de brazos. — Ese es el problema, siempre está con ese mocoso.— Ese comentario provocó que la esposa de este se sintiera nerviosa, los años pasaron, pero, Elías jamás aceptó que Jayden y Elise fueran tan unidos.

Mientras tanto en pleno centro de Londres, se encontraba aquél muchacho que tanto molestaba a la espina. Jayden, de ya casi 17 años, iba de regreso a su hogar hasta que termina cayendo de cara al suelo por alguien que se le había lanzado desde atrás.

  — ¡¿Quieres dejar de hacer eso, Elise?!.—

— Ehhh... No seas tan gruñón.— 

El azabache sólo le miraba de reojo y suspiraba, le terminó tirando a ella para así poder levantarse y seguir su camino.

 — ¿Se puede saber que haces aquí y sola?.— Él ya sabía de la costumbre que esta tenía de salirse sin permiso. — Nunca pudimos encontrar a lo que te lleva asechando y aún así tú... ¡Agh!. Olvídalo.— Dijo este totalmente molesto y siguió caminando.

Era cierto, y ella estaba consciente del asunto, pero realmente quería llevar una vida normal. —Jayden, mañana será mi fiesta de cumpleaños, y quería invitarte personalmente.—Dijo la rubia con su típica sonrisa de niña pequeña.

Sin embargo, este sólo le miró con el entrecejo fruncido. No sabía como podía aguantar que se desviara de los problemas serios, más siendo que su vida corría riesgo. No entendía como ella podía estar tan tranquila.

Terminó por suspirar.—Me lo vienes diciendo desde que comenzaste a hablar, cada año voy a tus cumpleaños, tonta.—

  — Si, pero, este es muy especial. Son mis dulces 16 y realmente quería invitarte de manera personal, sólo por eso vine hasta aquí.— 

¿Hablaba en serio?. No le costaba enviar un mensajero, o decírselo en el colegio, ya que se veían a diario. Él era consciente que era la fiesta más importante en la vida de toda adolescente, pero, al parecer era otro pretexto para ir detrás suyo.

Ella comenzó a relatarle que la fiesta se llevaría a cabo en "La última tierra de los dragones", ya que Lindel nunca podía estar presente en las celebraciones, como primer regalo, pidió poder hacer el evento allí; esto sorprendió al pelinegro, por lo que dedujo que sería algo solamente entre los más cercanos a la familia y que claramente, estos tendrían magia.

  — Creí que harías tu fiesta en un salón enorme e invitarías a tus compañeros de clase. De hecho, creo que eso planeaba tu papá.— Dijo él.

— Si, pero, realmente quiero que mi abuelito Lindel esté presente. Y sobre mis compañeros, prefiero que sea algo más íntimo.— 

Jayden sabía que Elise no se llevaba mucho con los chicos de su edad, iba a una escuela de prestigio, no cualquier familia podía pagar un asiento allí. Estaba en una buena posición social y económica, sin embargo, ella no era como todos los demás. Tenía dinero, pero no era arrogante como los otros adolescentes y directivos del establecimiento.

El muchacho claramente aceptó, para que así dejara de molestarle y la obligó a ir a su casa, efectivamente él le acompañaría. 

Eran muy opuestos, supongo que por eso se complementaban tan bien. Todo el camino de regreso, él sólo le miraba como ella hablaba y hacía gestos raros como representando lo que contaba, a otras personas podría darle risa, pero al azabache para nada.

— ¡Por cierto!. ¿Qué me vas a regalar?.— 

— Que haya aceptado ir a esa cosa es demasiado.— 

Ahora era ella quien le miraba frunciendo el entrecejos, y terminó por abrazar su brazo, echándose a reír. — ¡Yo sé que me darás algo y será sorpresa!.— 

— ¡Ay, suéltame!.— 

El comportamientos de ambos llamaba la atención de todos los pasajeros que iban en el mismo vagón que ellos. Al llegar a la estación, se toparon con el mago de la espina que les estaba esperando. 

— ¿Dónde estabas?.— 

— Fui a invitar a Jayden a mi fiesta de mañana, papá.— 

A Elise no le gustaba que su padre se enfadara con ella, por lo que sólo bajó la mirada y comenzó a jugar con sus dedos. La verdad, Elías no podía enojarse con ella, la amaba demasiado, era su pequeña princesa. Así que sólo plantó su mano en la cabeza de ella y le agradeció al chico haberla traído de nuevo.

Jayden sólo hizo un gesto para decir que no era nada, se despidió de ellos diciendo que se verían al día siguiente para el gran evento. Los ojos de Elise se iluminaron y asintió totalmente feliz. Esta y su padre fueron de regreso a la casa.

— ¡Estamos en casa!.  — 

— ¡Bienvenidos!. — Exclamó el pequeño pelirrojo que se prendió de la pierna de su padre. Este no tenía problema de caminar con el niño colgando de él, por lo que entró a la casa como si nada.

Elise fue a la cocina donde se encontraban su madre y Silky. — ¡Wow!. ¿Todo esto es para mañana?.— Había una gran cantidad de comidas y postres, todo había sido hecho por las dos mujeres de la casa.

— ¡Y eso que aún no viste los adornos!.— Exclamó la "voz de la casa" como le llamaban a veces.

— Isabelle, ya se me hacía raro que Benjamin estuviera solo.— 

— De hecho, lo estaba buscando. ¡Le debo un golpe por lanzarme bolas de papel!.— 

La espina menor reía algo nerviosa, eso explicaba el porque su hermano andaba prendido de su padre. Volteó y se topó a Ruth en su forma canina, contemplaba la comida  que estaba en la mesa, Silky le tenía prohibido acercarse, así que le señaló que saliera de la cocina. 

Su relación realmente había crecido, al grado de haber traído una niña al mundo. El familia de la Sleigh Beggy salió cabizbaja y rápidamente corrió tras su hija que llevaba algo grande en las manos para vengarse del pelirrojo.

— ¡Isabelle, deja eso!.— Exclamó Ruth, volviendo a su forma humana para quitarle lo que traía, lo cual era un martillo que había sacado de quien sabe donde.

—¡Pero, papá!— Chilló la niña estirando los brazos para que su padre le regresara el martillo.

La pequeña de ojos color rosa tenía magia, pero al ser una extravagante mezcla entre un Black Grimm  y una Banshee, no se sabía que podía hacer esta realmente. De hecho, Isabelle también iba al colegio como una niña normal, era dos años menor que Benjamin.

La casa tenía muchos integrantes ya, pero se había vuelto un lugar muy divertido para toda la familia. Sólo quedaban horas para la gran fiesta, sería un evento sumamente especial, ya que los invitados y el lugar eran... "Extravagantes".        


Una nueva vida, una nueva historia... Nuevos problemas...Where stories live. Discover now