Capítulo 9

1.4K 108 15
                                    

  — Chise, ¿hoy no teníamos que ir a un control?— Preguntó Elías.

— Oh, es verdad. Iré a prepararme.— Respondió Chise, levantándose de la cama.

 En la cocina ya se encontraban Elise y Ruth desayunando mientras Silky preparaba la comida de los señores de la casa. El día era precioso para divertirse afuera.

 —Lo sentimos, Plata. Vamos tarde para el control de Chise, ¿podrías preparar la comida para llevar?— 

Rápidamente la rubia metió todo en una pequeña cesta y se la entregó a Elías.

 Chise bajó y besó la mejilla de su hija. 

  — Mamá y papá volverán pronto. ¿Podrán hacerse cargo de ella en lo que regresamos?— Preguntó ella a los que iban a quedar en la casa, estos asintieron, les encantaba estar con Elise.

— Ve tranquila que Silky y yo cuidaremos a Elise.— Dijo Ruth, calmando a la pelirroja que se despidió de ellos y salió acompañada de su marido. —Bien, ahora que ya comimos. ¿Quieres que vayamos a jugar en el patio?—

  — ¡Si!— Dijo Elise con su típica gran sonrisa, y salió de la cocina sobre los hombros del familiar de su madre; mientras que Silky levantaba las cosas de la mesa para ir a lavarlas.

Jugaron al escondite, a las Traes, hicieron carreras, jugaron con los mosquitos lanudos que bajaban hacía donde la pequeña rubia estaba.

Silky en lo que limpiaba la casa, ya estaba pensando en que clase de merienda preparar para su pequeña adorada, además de pensar en la cena para cuando los señores regresaran. 

— Oye, Ruth. Cuando mi hermanito nazca, ¿jugaremos juntos?—

  — Por supuesto. Nos divertiremos mucho los tres.— 

Oyeron sonar la campana que la Banshee usaba para avisar cuando la comida estaba lista; era raro ya que aún era temprano. Ambos abrieron sus ojos como platos mientras estos se iluminaban, Silky prefirió dejar todo listo antes de servir el postre.

Entraron a toda velocidad a la casa que ni ella se dio cuenta en que momento abrieron la puerta si ya estaban en la mesa esperando que esta les sirviera de aquél gran pastel de frutos rojos.

— Silky, ¿en qué momento haces todo esto?. Eres asombrosa, una gran cocinera.— Decía el azabache para luego comenzar a degustar aquella delicia, Elise por otro lado no había dicho ni una palabra, no podía describir lo exquisito que sabían los postres de Silky con palabras, así que lo describía comiendo.

— ¡Quiero más!— Dijeron ambos al mismo tiempo, dejando impactada a la chica, quien no tuvo de otra que darles otro poco y guardar el resto.

Era impresionante, comían y sus energías subían de inmediato, saliendo de la cocina hacía la sala principal.

Silky preparó unos jugos con frutas frescas y se los llevó.

— ¡Silky, ven!. Ruth va a contar una historia de terror y quiero que estés con nosotros.— 

— Elise, seguro ella tiene cosas que hacer.— Este se sorprendió al ver como la chica tomaba asiento en la alfombra abrazando a la pequeña. — Bien, no soy bueno contando historias, pero aquí voy.— La historia trataba de un antiguo castillo en las lejanías de Londres, todo era invención del chico, pero disfrutaba ver a la pequeña toda emocionada.

El cuento comenzó a alargarse demasiado, provocando que Elise comenzara a dormirse, por lo que Silky la acurrucó entre sus brazos para que estuviera más cómoda.

— ¿Quieres que vayamos a tu cuarto?— Preguntó Ruth.

— No... quiero saber como termina...— Respondió ella luchando por no cerrar los ojos. Por lo que Ruth decidió continuar con el relato. 

Un tiempo después, la pequeña cayó profundamente dormida; ambos decidieron que definitivamente era mejor que durmiera hasta la hora de la cena. Se levantaron de donde estaban y la llevaron a su cuarto, Silky la recostó con total cuidado y Ruth la cobijó.

Al salir de la habitación, las lágrimas comenzaron a brotar de los ojos de él, lo que sorprendió a la rubia. 

— Lo siento. Es que, Elise y su inocencia me recuerdan mucho a Isabelle cuando era pequeña...— Decía este secando las lágrimas, tratando de hablar sin que su voz se quebrara. Él amaba a Chise y Elise, pero claramente Isabelle siempre iba a estar en su memoria.

Silky utilizó su manga para secar por completo las lágrimas de este, pero Ruth terminó por abrazarla y rompió en llanto. Había luchado desde el momento que supo que su "hermana" no volvería a despertar, había luchado por seguir adelante. Ella no hizo más que corresponder el abrazo y acariciar su cabello. 

Sus historias eran similares, ambos perdieron personas muy importantes y estas no iban a regresar. Cuando los recuerdos tristes iban a volver a la mente de Silky, estos fueron interrumpidos por la llegada de Chise, de Ruth, la boda de los señores, el nacimiento de la pequeña que ahora dormía plácidamente; apartó al chico de su hombro y lo miró fijo, secando nuevamente aquellas lágrimas con ambas manos, acariciando de paso las mejillas de este, regalándole una cálida sonrisa.

Nunca iban a olvidar el pasado, pero ahora tenían un nuevo futuro, y debían sonreír por tener la posibilidad de seguir adelante con sus vidas. Recuerdos que no olvidarían, pero muchos nuevos por crear.

  — Tienes razón. No puedo seguir llorando, gracias.— Dijo este tomando una de las manos de ella, apretándola y devolviéndole la sonrisa. De repente, ambos sintieron algo extraño en su ser, como una especie de golpeo en el pecho. ¿De qué se tratará?.

La noche cayó, Elías y Chise regresaron, y con buenas noticias.

  — Regresamos.— Dijo Chise, pero le sorprendió el hecho que su hija no corriera hasta ella.

— Iré a ver.— Elías fue hacía la cocina, y sólo vio a Silky, de espaldas claramente.— Plata, ¿dónde está Elise?.— Esta sólo señaló hacía arriba sin voltear a mirarle.

La espina regresó con su esposa y le contó que la pequeña estaba arriba, y el extraño comportamiento de la rubia mayor.

Ambos subieron y vieron a la pequeña dormida, pero lo que llamó su atención fue ver a Ruth sentado en el suelo, cabizbaja.

— Ruth, ¿ocurrió algo?— Preguntó Chise acercándose a este, quien rápidamente ocultó su rostro entre sus rodillas.

— Estoy bien... está todo bien. Elise despertará para la cena.— 

La pelirroja captó algo que le asombró, lograba ver un ligero tono rojizo en la mejilla de su familiar. Por otro lado, Elías cuando Chise le muestra aquello, recordó ver algo similar en la mejilla de la Banshee.

La vida continúa, nuevos recuerdos se crearán y muchas cosas vendrán. Este podría ser, ¿el inicio de una nueva historia?.  

Una nueva vida, una nueva historia... Nuevos problemas...Where stories live. Discover now