17.- Inspiración.

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-Muy bien. Todo listo.- Patrick sonrió. Castiel y Nathaniel asintieron.-Se pueden ir. Ah, por cierto hoy fue el último día de castigo, son libres.

Castiel suspiró resignado.

Los castigos lo ayudaban a estar más con el delegado y ya no tendría esa excusa.

-Si, gracias.- Nathaniel sonrió sin ganas.

-El desamor es malo.- Habló el profesor muy confiado.

Nathaniel y Castiel desviaron la mirada.

-Me voy.- Castiel salió rápidamente.

Nathaniel observó la puerta.

-¿Y tú libro?

El delegado sonrió sin ganas.

-Cada vez más deprimente.

-¿Has pensado tomar inspiración de algún otro lado?

-¿Otro lado?- Nathaniel lo observó.

-Si, no de Castiel.

El delegado desvió la mirada sonrojado, odiaba la facilidad de Patrick para leer a las personas.

-No sé que otra persona pueda inspirarme...

-Una musa no tiene que ser un amor pasional, es el más usado pero hay más, amigos, cómplices, familia, algo debes de tener.

Nathaniel suspiró.

-Creo que tengo otra inspiración, si, sin duda es más alegre.

-¡Bien!- el adulto sonrió.- Inténtalo, sacando de la mente tu inspiración anterior, porque como hablas, algo me dice que tu trabajo hasta ahora, no te tiene feliz.

Nathaniel asintió.

-Bueno, debería irme.

-Claro, buen día.

El delegado pasó rápido a la sala de delegados y salió del instituto. 

Volteó a los lados, todos los alumnos ya se habían ido.

Empezó a caminar a casa de Rosalya.

Al pasar por el centro, observó a Castiel y Debrah entrando a una estética.

Suspiró intentando calmar los celos y el dolor. Detestaba ver al rebelde con Debrah... pero eran novios, y Nathaniel no iba a cambiar eso al menos que demostrara a todo el mundo quien era.

Llegó a casa de su amiga y tocó.

Al poco rato, Rosalya en un pijama muy sexy, le abrió.

-Hola Nath.

El rubio observó al cielo para no dirigir la vista a lugares inapropiados. Ese camisón morado, dejaba poco espacio a la imaginación.

-Hola...

-Pasa.- La chica abrió la puerta en su totalidad y dejó pasar al rubio, este enseguida comenzó a sacar los cuadernos.

-No hay muchos deberes, por suerte.

-Gracias, odio la gripe, y más ir a contagiar.

Nathaniel asintió.

-¿No deberías estar más tapada?- Rosalya abrió los ojos sorprendida y Nathaniel se maldijo.- Sonó muy feo... no quise que sonara así, no me molesta que traigas un camisón tampoco es como que solo me fije en que lo traes, yo, digo, te queda bien...

Rosalya rió, recargó su mano en el hombro del delegado.

-Si entendí a lo que te refieres, por la gripa, uno no puede andar muy destapado o empeora.

Amor en tiempos de Debrah.Where stories live. Discover now