Capítulo 1.

9.6K 557 60
                                    

Observo en silencio el rostro de la chica cubierto de lágrimas mientras llora sin consuelo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Observo en silencio el rostro de la chica cubierto de lágrimas mientras llora sin consuelo. Respiro profundamente para que imite mi acción mientras el tic tac del reloj resuena por la habitación blanca.

A los lejos se escucha el horrible sonido de las llantas de un coche que frena de golpe y ambas volteamos nuestras miradas hacia el gran ventanal, que que se encuentra a nuestra izquierda a la altura de un noveno piso. La pieza estaba sumida en la oscuridad, solamente nos alumbraba apenas el sol del atardecer y una luz tenue de una lámpara de pie, que se encontraba cerca de nosotras.

  — Me siento atrapada a esos pensamientos que me ahogan. Estoy viviendo un calvario, pareciera que mi cerebro se siente atrapado en una celda oscura y sin aire, sin una ventana por donde pueda entrar un rayo de esperanza. Ya no sé lo que es verdad y lo qué es mentira... Ya no sé cómo salir de esta situación... 

  Tomo un pañuelo descartable de la pequeña caja que se encuentra en la mesa de vidrio a mi izquierda y se lo tiendo amablemente. Mientras, observo levemente el reloj de pared, el cual me indica que faltaban quince minutos para llegase mi próximo paciente.

  — Y dime ¿Has hecho lo que te recomendé en la sesión pasada? — pregunté observándola.   

  Sus ojos rojos se posaron en mí con un deje de vergüenza. Suspiré intentando descartar el pequeño aire de frustración y recordé lo que me había dicho alguna vez mi profesor en la Universidad: las neurosis en diversas ocasiones se convierten en más difíciles de tratar que una simple psicosis.

Fijé mi mirada en sus manos que doblaban el pañuelo húmedo en infinitas partes y comencé a abrir mi boca para hablar con infinita paciencia, pero el sonido molesto del teléfono móvil rompió el silencio pesado del ambiente, logrando que aquellas palabras quedarán solamente en mi cabeza. 

Pensé por un segundo en no contestar la llamada, pero son tantos los pacientes desequilibrados que llegan a mi consultorio, y los que alguna vez me habían llamado en crisis, que decidí levantarme disculpándome sin saber quién de todos ellos podría ser.

Consultorio de la Licenciada Fraccedini ¿Quién...? — no pude terminar de preguntar quién era la persona que llamaba, ya que un grito desgarrador y de puro pánico de una mujer hizo que tuviese que alejar el teléfono de mis oídos.  

La chica, que se encontraba aún llorando en el sofá negro, se levantó de un sopetón mirándome a los ojos totalmente impactada — ¿Qué fue eso?

No lo sé, pero usted no se preocupe. Siéntese nuevamente — dije alejándome unos centímetros con el teléfono móvil.

Intenté escuchar lo que sucedía del otro lado de la línea, pero ya no se oía algún indicio que me indicara que allí había una mujer, lo único que se podía sentir claramente era una respiración pesada y agitada. 

• Código de Ética - (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora