Capítulo 15.

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Mis ojos seguían abiertos de par en par cuando la alarma indicó que nuevamente debíamos levantarnos

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Mis ojos seguían abiertos de par en par cuando la alarma indicó que nuevamente debíamos levantarnos. Todo los días aquí eran iguales, la misma rutina; duchas, desayuno, colaboración, almuerzo, patio, cena y celda de nuevo. En el medio, peleas, discusiones, gritos, sexo prácticamente público entre reclusas, drogas, sonrisas tristes, lágrimas por doquier, pesadillas, policías tocapelotas... y yo rompiéndome el cerebro e imaginando mi vida fuera de aquí.

La madrugada anterior no había sido la excepción, Nora me había contado su historia y aquí estaba yo dándole vueltas al asunto. A pesar de estar un par de horas junto a ella en la cama, luego tuve que volver a la mía ya que las dos apenas cabíamos. De todos modos, lejos estuve de dormirme ya que mi cabeza no paraba de reflexionar acerca de la triste vida de mi compañera de celda.

El jefe de su hija, había estado violando a la chica por todo un año. Él conocía perfectamente su situación económica; una mujer de ascendencia latina que viva sola con su madre, no podía darse el lujo de perder el trabajo, por ello la mantenía chantajeada. Un día, aquella chica había perdido su sonrisa y ya cansada de su vida, le contó a su madre entre lágrimas lo que había estado viviendo. Nora, enceguecida, haciéndose pasar por el personal de aseo de la empresa, apareció en la oficina de este hombre y lo mató a sangre fría. De esa forma, terminó aquí con una pena similar a la mía. Sin embargo las desgracias no paraban... A los pocos meses recibió una visita de un oficial policial, este hombre le entregó una carta en la que su hija se despedía. 

Sí, única hija sumida en una depresión, lejos de la madre, con muchas cuentas que pagar y sin trabajo, se suicidó. Y Nora, se sentía culpable de su muerte.

"— Tendría que haberlo denunciado y apoyado a mi hija, sin embargo lo maté y la dejé sola, sumida en una tristeza enorme."

Las palabras de mi compañera se clavan en mi piel. Ella me protegía no solo porque le recordaba a su hija, sino que también de esa forma intentaba apaciguar su culpa. 

Largando un profundo suspiro y viendo que mis compañeras se habían levantado con todas las energías, decidí que era tiempo de salir de mi cama y dirigirme a las duchas antes de que comiencen a llenarse y el agua caliente se termine.

Mi rostro ya estaba completamente curado de las heridas, solamente aprecian unos pequeños moretones a punto de despedirse. Sin embargo, hoy me dolía muchísimo la cabeza y aún me preocupaba el comentario del doctor Coleman sobre la pérdida de memoria.

 Observando mis muñecas, que si bien las marcas de las ataduras no estaban, para mí parecían nunca desaparecer, decidí que debía hablar con mis compañeras.

¿He hecho algo extraño estos días? Algo fuera de lo común, que les haya llamado la atención... pregunté ahora mirándolas detenidamente

Hope frunció el ceño ante mi pregunta a esta hora de la mañana.

— Agrediste a una mujer — me contestó Bonnie levantando los hombros con una leve sonrisa.

• Código de Ética - (Finalizada)Where stories live. Discover now