Capítulo 34.

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Me quedé quieta en la entrada de la celda temiendo entrar cuando Nakamura se retiró, dejándome a solas con la persona que sonreía sentada en mi cama

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Me quedé quieta en la entrada de la celda temiendo entrar cuando Nakamura se retiró, dejándome a solas con la persona que sonreía sentada en mi cama.

Fruncí el ceño cuando él comenzó a carcajearse. No sabía exactamente si tener miedo o no... no entendía porqué estaba aquí, tan cómodamente instalado en la celda.

— Créeme que nunca fui recibido con guirnaldas de po...penes— me dijo corrigiéndose y luego hizo una pausa — ¡Un pepino Fraccedini! ¿De veras? — habló mostrándomelo.

Mi rostro se puso escarlata y negué con la cabeza.

— Fue una broma interna de mis compañeras de celda, yo no tengo nada que ver con eso — comenté — ¿Qué hace aquí Inspector Brown?

¡Claro! No todo el mundo podía darse la libertad de sentarse en una celda a hablar con una reclusa sin ser demasiado cuestionado, porque básicamente él era la autoridad de los oficiales. Seguramente por eso estaba tan acojonada Nakamura. Tal vez nadie sabe que él esta aquí, hablando conmigo, porque por más que no lo iban a cuestionar, no dejaba de ser extraño.

— Estoy en deuda con usted — me dijo y me mostró una bolsa que tenía a su lado— Acércate Isabella, no te haré daño.

Caminé desconfiada y me senté en mi cama, a su lado pero a una distancia considerable. Tomé la bolsa de papel con precaución y asomé mi rostro a la abertura para ver lo que había.

¡Non posso crederci! (1)— exclamé emocionada.

¡Un combo doble cuarto de libras!

Estiré mis brazos y sin pensarlo los envolví en el hombre que estaba a mi lado. Pareció sorprendido por mi arrebato, de hecho luego de darme cuenta de lo que había hecho, me separé avergonzada por abrazarlo de esa forma.

— Lo siento — dije carraspeando — Es que... ¡Oh sto morendo! (2) ¡Sé que suena estúpido, pero no sabe las ganas que tenía de comer comida chatarra! ¡Grazie mille! — me corregí pero sé que me entendió — ¡Muchísimas gracias!

El hombre se rió asintiendo con la cabeza divertido, sacó otro paquete y comenzó a comer animándome a mí a hacer lo mismo, y por supuesto no tardé en acompañarlo.

¡Esto era el cielo!

— ¿Como se encuentra señorita Isabella? — me preguntó.

— Isabella — le corregí lo de señorita me sonaba "ricachón" y ya estaba harta de ese término— Estoy mejor, gracias. Hoy le dan el alta a Hope Baker

— Lo sé, vengo del Hospital — me dijo — No quiso declarar nada.

Suspiré negando con la cabeza.

— Era obvio, quiero decir... la habrán amenazado y después de todo ella robo... — me corté con los ojos bien abiertos.

— Lo sé Isabella, ella robó el dinero que había en el despacho de Coleman — resoplé al darme cuenta que casi meto la pata — Christopher me lo dijo antes de que le dijera que ibas a testificar.

• Código de Ética - (Finalizada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora