Capítulo 13.

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— Sé lo que has estado haciendo — me dijo sonriente y cruzó una de sus piernas

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— Sé lo que has estado haciendo — me dijo sonriente y cruzó una de sus piernas.

— ¿Qué he estado haciendo? — pregunté algo confusa por su comportamiento.

El hombre negó con la cabeza sonriendo y se acercó un poco más a mí con su cuerpo.

— He sentido tu perfume en el dormitorio Doc, sé que estuviste allí — me contestó moviendo su pierna de forma rápida.

Su respuesta me desconcertó por completo, parecía sumamente seguro de lo que estaba diciendo.

— ¿Y qué es lo que hice en tu habitación? — le pregunté.

Él suspiró.

— Te recostaste en mi cama y me robaste una fotografía — me explicó — Pensé que tal vez la tendrías aquí pero no está... lo entiendo no quieres que nadie se de cuenta— agregó.

— ¿Qué fotografía? — quise saber.

— ¡Tu sabes muy bien que fotografía! — me contestó riendo — ¡Ah! Y no te preocupes por ella, afortunadamente no se ha dado cuenta.

Mi pecho subía y bajaba de forma rápida cuando mis ojos se abrieron. La molesta alarma indicaba que eran las ocho de la mañana y que todas debíamos levantarnos.

Me sequé una gota de sudor ante la atenta mirada de mis compañeras de celda y me recosté nuevamente en mi almohada cerrando mis ojos. No tenía la fuerza suficiente para transitar un día más.

La poca fuerza que me quedaba para vivir en este maldito lugar, había sido enterrada la noche de ayer.

Había tenido pesadillas toda la noche, de esas en las que tu inconsciente se revela y te quiere demostrar que hay muchos aspectos de tu vida sin resolver. Esas pesadillas que te cansan de tanto intentar resolverlas. Sin embargo, cuando mis ojos se abrieron y comencé a ser consciente, me di cuenta que la realidad era aún peor.

— ¡Silencio! Si gritas, si llegas a abrir tu boca... te juro Isabella que te pudrirás en este lugar. Tu libertad, ahora depende de mí.

Mi piel se erizó por completo al recordar los ojos fríos de Giovanni. Suspiré pesadamente a medida que una lágrima recorría mi mejilla e histéricamente comencé a secarme el rostro con la manga de mi suéter. Sin esperar mucho más me levanté de forma rápida ante la atenta mirada de Nora y Hope.

Me dirigí hacia mi estante y tomé una muda de ropa interior. Los nudillos blancos de Giovanni acudieron a mi miente, en el momento que mi corpiño era destrozado y caía al piso.

Mi mano golpeó la madera del estante y sentí cómo de inmediato tocaron mi espalda, rápidamente me alejé y me recosté contra la fría pared de la celda asustada.

Nora me observó conmovida.

¡Lo siento no te quería asustar! me dijo mirándome y alargando la mano muy despacio para tocarme el rostro.

• Código de Ética - (Finalizada)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن